ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de enero de 2020
                               
 

Sol en Sierpes

Con razón tomamos a la calle Sierpes como símbolo de Sevilla. Le pasa a Sierpes como a Sevilla misma, como a esta querida Vieja Dama de nuestros amores y desvelos: que por mucho que han intentado destruirla y desvirtuarla, no han podido con ella, con su espíritu. Mira que han destruido cosas en la calle Sierpes, de los huevos a la flamenca de Casa Calvillo a los blancos sillones de mimbre que por el verano sacaba a la puerta el Círculo Mercantil. Mira que han cerrado negocios tradicionales, donde resisten los admirables de la Papelería Ferrer, la relojería de El Cronómetro, la sombrerería de Maquedano, o el Mercantil y el Labradores. Cerró hasta Casal el Rey de los Bolsos, que era el ingenio de la calle Sierpes hecho anuncio de ABC cada día, "el bolsillero,/el que pita". Por cerrar, en la calle Sierpes han cerrado hasta bancos de toda la vida, como el Hispano. Por no hablar de Los Corales, ligado a la historia de las tertulias de Juan Belmonte con Rafael el Gallo, ¡cualquier cosa! Y mira que han abierto despersonalizadas, globalizadas y seriadas franquicias, con las mismas marcas y los mismos rótulos que te encuentras en el centro de todas las grandes ciudades no sólo de España, sino de Europa entera..

Pero no han podido, ni podrán, con el espíritu de Sierpes. Aunque vayas por allí y veas todos los rótulos de las tiendas con esas franquicias repetidas que digo, sabes que estás en una calle única en el mundo, un símbolo de Sevilla. ¿Por qué? Quizá por los transeúntes, por los sevillanos, que le dan ese carácter. Si bien se fijan, Sierpes no ha sido tomada por la ola de turismo que masifica otros lugares del centro histórico (y nada digo de los alrededores de la Catedral). En todo caso, esa marea turística llega en su pleamar hasta la esquina de la Plaza de San Francisco, hasta los veladores del Bar Laredo, ahora del Imperio Robles, pero no se adentra por la calle, donde nos recibe la administración de Loterìas que sí sigue siendo la misma de siempre, la que dio más de un gordo en el sorteo del Niño. ¿O será que de tanto pasar cofradías por la calle Sierpes y de tanto reflejarse en los cristales de sus escaparates las candelerías de los palios le han impreso este carácter sevillanísimo, con el que, como con la gente de Tudela, no hay quien pueda?

¿Y ahora en el invierno, en estos días del biruji grande, cuando vamos arrecíos por la calle? En estos días del frío invierno, Sierpes nos regala el placer de su calentito sol mañanero de la hora del Ángelus, mientras oyes las campanas de la Giralda. Vienes desde La Campana aterido, o entras muerto de frío por Rioja o por La Carrajerìa, calles frías y sombrías donde las haya. ¿Quién dijo que en Sevilla no hacía frío? En Sevilla hace más frío dentro de las casas que en ninguna parte del mundo, porque no están acondicionadas para estas bajas temperaturas. Y en la calle, ni te cuento. Todo es Matacanónigos y Matasevillanos. ¡Ay, este frío húmedo de Sevilla, que se te mete en los huesos y no te lo quitas por muchos abrigos y bufandas que te pongas! Por ahí, por los sitios norteños del frío seco, te abrigas bien y vas divinamente con tus buenos guantes y tu calentita prenda de cabeza. Pero aquí la humedad de Sevilla, esos ríos subterráneos de los que hablan las leyendas ciudadanas, te calan con su frío hasta los huesos.

Por eso, por la fría Sagasta, por la más fría todavía Jovellanos, por las Cuatro Esquinas de San José, llegas a Sierpes y la que fue antaño "la calle sin noche" te recibe con lo calentito de su sol, que coge de plano, por toda la calle, de la esquina de Rivero (otra calle tela de fría) a casi la Plaza Nueva. En estas mañanas que hasta nos recuerdan los antiguos sabañones del colegio, del frío que hace, es una maravilla buscar Sierpes para gozar de su sol. Como las velas en el verano te aseguran un frescor intransferible, este sol mañanero y calentito de Sierpes es como un regalo que te hace Sevilla. Con ese sol no ha podido la despersonalización de las franquicias. Un sol que te da una calorcita antigua, de badila y copa, con una luz que no se lo digan a nadie, pero está ya casi anunciando lo que dentro de menos de 100 días habrá de pasar por aquí, nada menos que Sevilla misma en forma de cofradías y de nazarenos.

 

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