ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de febrero de 2020
                               
 

Qué Domingo de Ramos

Suele ocurrirnos a los sevillanos que a veces no nos damos cuenta de nuestras grandezas, y quizá por eso apenas las valoramos. Lo he pensado al ver que tanto en las Vascongadas como en Galicia han convocado las elecciones autonómicas el 5 de abril, que es el Domingo de Ramos...¡Y no ha pasado nada! O por lo menos, no nos hemos enterado de que haya ocurrido. Le ha parecido por lo visto a todo el mundo lo más normal del mundo que las elecciones sean en Domingo de Ramos, que allí ni es Domingo de Ramos ni es ná. O será porque los políticos que se presentan quieren adaptar el dicho clásico: "El Domingo de Ramos/el que no saca escaño/no tiene manos (para seguir trincando de la mamela)".

De todo lo cual se infiere que igual que otras muchas particularidades nuestras, aquí tenemos un sentido casi ritual del almanaque. La Semana Santa lo es en todos los sentidos de la palabra. Es sagrada. No se puede tocar a sus fechas, ni hacer nada dentro de ellas que no sea vestirse de nazareno, salir de costalero o ir a ver las cofradías. Vienen los almanaques al uso con dos fechas de la primavera señaladas en rojo: Jueves y el Viernes Santos. Pero en el calenadario sentimental del sevillano está toda la Semana Santa en color rojo, festiva, intocable, intangible. Respetada por todos.

De ahí la grandeza de nuestras cosas, el carácter ritual de nuestras costumbres, hechas leyes. A nadie se le ocurre organizar ningún "evento", como se dice ahora, en plena Semana Santa. Y de un tiempo a esta parte, con las cofradías de Vísperas, ni incluso el Viernes de Dolores o el Sábado de Pasión. Por el contrario, por ahí arriba, como se rigen por esos almanaques de sólo rojo para el Jueves y Viernes Santos, pasa lo que pasa, como ha ocurrido en Galicia y en Vasconia: que han puesto las elecciones el 5 de abril, sin que nadie diga:

-- ¡Eh, que ese día es Domingo de Ramos, que en esa fecha no se pueden poner las elecciones!

Les da igual. ¡La que hubiéramos liado aquí si hubiesen puesto, como en Galicia y las Vascongadas, las elecciones autonómicas el Domingo de Ramos! Y lo que faltaba es que como las autonómicas catalanas están al caer, también las pusieran en esa fecha. ¡Pero mire cómo a los catalanes no se les ocurre ponerlas el Lunes de Pascua o el día de San Esteban, que los tienen como sagrados!

Aquí ya ocurrió algo por el estilo cuando la inauguración de la Exposición Universal de 1992. Como los que la organizaban desde París no tenían ni pajolera idea de cómo es Sevilla, la pusieron...¡un Viernes Santo! ¿Qué pasó? Pues que tuvieron que cambiar de fecha inmediatamente. Cosa que, como ven, ni ha pasado en Galicia ni ha pasado en la autonomía vascongada. Se han tragado un Domingo de Ramos con papeletas (que no son las de sitio precisamente), y aquí paz y después Pórtico de la Gloria.

Yo lo siento por el altísimo interés con que vamos a seguir aquí esas elecciones en esa tarde y esa noche. (¡Por aquí!). Al cierre de los colegios electorales, cuando La Paz esté saliendo de la Catedral, San Roque vaya por Laraña camino de la carrera oficial y La Amargura esté pasando por la Plaza de los Carros, ¿usted cree que a alguien le interesará saber cómo han quedado el PNV o el Bloque Nacionalista Gallego, y si Feijóo ha renovado su mayoría o ha dejado de renovarla? Es que ni se nos ocurrirá, ante lo que tenemos delante y estamos viviendo, estrenando Semana Santa, preocuparnos por esas elecciones. Sería tan insólito como si un nazareno del Amor, aún dentro del Salvador con la cofradía todavía formándose y con su cirio sin encender aún, le preguntara a su diputado de tramo:

--¿Tú sabes si han dicho ya algo de cómo ha quedado Bildu?

Anda y que les den... ¿Y saben lo mejor? Que ellos se lo pierden. ¡Cuidado que dedicar el Domingo de Ramos a las elecciones! Ahora, que de una cosa sí que estoy completamente seguro: el 5 de abril, Domingo de Ramos, Sevilla sacará mayoría absoluta de sí misma. Por eso estaremos todos mucho más contentos que el que gane en Galicia o en Vasconia. Y si aquí hay necesidad de pactos, serán el del gozo con la alegría.

 

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