ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de febrero de 2020
                               
 

Finos y frio...leros

Nunca tendré suficientes palabras de agradecimiento para los lectores, que han sido quienes le han dado solera a esta sección y los que con lealtad digna de encomio me siguen todos los días. Y, además, por si fuera poco, me paran por la calle o me escriben para ofrecerme ideas que comentar. Por eso muchas veces, algunos dicen, enseñándole el ABC a alguien de la familia:

-- Mira, aquí dice Burgos lo mismísimo que te comenté ayer. Parece que este hombre me estaba oyendo.

O a lo mejor es que esa misma señora fue la que me dio hecho ese artículo con su sugerencia y el jornal ganado con su invitación a que escribiese sobre él. Así, con respecto a este artículo que tiene usted entre las manos, me ocurrió la otra mañana en la plaza de los toros, sobre el tópico "albero maestrante", cuando en el acto donde Su Majestad entregaba los premios taurinos y universitarios del Real Cuerpo del que es hermano mayor...

-- ¡No me digas que el Rey es hermano mayor en Sevilla!

-- Naturalmente: de la Real Maestranza de Caballería.

-- Así se le tiene en Sevilla tanto aprecio al Rey, claro: porque es hermano mayor, como uno de los nuestros. ¡Casi nada, ser hermano mayor en Sevilla!

Bueno, pues en el copeo con que terminó el acto en que el hermano mayor de la Real Maestranza entregó los premios, en el que los toreros dieron una lección de cómo se saluda y se inclina la cabeza ante el Rey de España, se me acercó un lector, que me dijo:

-- ¿Usted conoce bien la obra de Unamuno?

-- Hombre, algo he leído. Por ejemplo, "El sentimiento trágico de la vida". Que aunque estaba en el Índice de Libros Prohibidos, mi profesor de Literatura en Portaceli y animador de mi vocación literaria, el cultísimo padre Lorenzo Ignacio Ortiz, me dio una dispensa para que pudiera leerlo.

-- Pues mire usted bien en la obra de Unamuno, porque yo creo que la gente se equivoca cuando lo cita. Refieren que Unamuno dijo que los sevillanos somos "finos y fríos", pero yo creo que quiso decir que somos "finos y frioleros". A frioleros no nos gana nadie.

¿Dijo en verdad Unamuno esa frase de "finos y fríos" sobre nosotros, aunque me quedo con lo de "finos y frioleros" de mi generoso y curioso lector? A lo mejor lo de "finos y fríos" es una leyenda, algo que Unamuno nunca dijo. Me gustaría encontrar un especialista en su obra que me dijera dónde puede encontrarse la frase. Que parece de tradición oral. O una leyenda quizá. Yo creo que quien más la divulgó fue Joaquín Romero Murube. La vez primera que la escuché fue a otro Joaquín, a don Joaquín Carlos López Lozano, el primer director de ABC que tuve cuando llegué de becario, quien me la refirió como citada por su tocayo Romero Murube. A lo mejor, como digo, es una leyenda. Como esa otra frase que se atribuye a Don Santiago Montoto sobre las condiciones para sobrevivir en nuestra dificilísima ciudad: ""En Sevilla hay que tener paciencia y prudencia, verbal continencia; no exhibir excesiva ciencia, y presencia y ausencia según conveniencia". A lo mejor Montoto tampoco pronuncio nunca esa frase y es otra leyenda, tópica leyenda como lo de "finos y fríos".

En la que me quedo con la versión de mi lector: "Finos y frioleros". Yo creo que por eso mismo nos emocionamos tanto al ver el primer azahar, porque sabemos que ya han pasado los fríos grandes en las terribles humedades. Muchos tenemos el frío metido dentro de los huesos desde que éramos chicos. No se protesta contra la calor como lo hacemos contra el frío. Sevilla está preparada para la calor, hasta con las velas en las calles, pero no para el frío que atemoriza al sevillano. Nos acobardamos ante el frío, no ante el calor. Y la prueba es Matacanònigos. Allí hace frío hasta en agosto. Pero no hay un lugar análogo que haga referencia al proverbial calor que hace, un "Asfixiacanónigos", aunque estemos a más de 40 grados. La calor nos da menos miedo que el frío, nos crecemos ante ella. Sevilla y el sevillano están preparados contra la calor, no contra el frío. Nada, nada: el frío es el que nos da pánico, no nuestra forma de ser en nuestra finura. Finos y frioleros. El "esto ya está aquí" de los naranjosen flor es la alegría de pensar: "Menos mal que los fríos ya se han ido".

 

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