Ante la nueva peste y sus trágicas consecuencias virales de propagación, los sevillanos nos dividimos ahora en dos grandes grupos: los pesimistas que creen que no habrá Semana Santa y los optimistas que creen que sí, pese a quien pese y pase lo que pase. El alcalde Espadas encabeza el segundo grupo: «Tiene que venir la OMS para que se suspendan la Semana Santa y la Feria». La Feria todavía queda muy lejos, pero la Semana Santa la tenemos ya aquí, y hay síntomas que desaniman a cualquiera. Por ejemplo, que la Hermandad de los Estudiantes, seria entre las serias, haya suspendido los ensayos de su cuadrilla de costaleros. Y que, tras esa suspensión, haya venido, en efecto dominó, igual decisión de San Esteban, San Isidoro y La Lanzada. Punto en el cual los más pesimistas todavía te ponen sobre la mesa un argumento que algunos no queremos ni pensar: "Pero mira cómo han suspendido las Fallas en Valencia y no va a haber ni corridas de toros". No tienen en cuenta que, a pesar de estar dedicada al Patriarca Señor San José en torno a su día del 19 de marzo y pese a la masiva la ofrenda floral devocional a la Virgen de los Desamparados, las Fallas son un festejo profano, no una manifestación de la religiosidad popular y de la Fe arraigada en un pueblo, como nuestra Semana Santa.
Esto último de las Fallas no lo ha dicho el alcalde Espadas, pero es la consecuencia lógica en la que hay que pensar tras su fuerte apuesta por una Semana Santa con cofradías en la calle. Pero, ay, lo malo es que la decisión no sólo depende del alcalde Espadas, ni de la Delegación de Fiestas de mi apreciado don Juan Carlos Cabrera, ni del Consejo de Cofradías. Lo malo es que estas decisiones sobre la pandemia suelen tomarse desde más arriba. Desde muy arriba. Y ahí sí que hay dos síntomas que me preocupan y dan miedo. Uno, lo que en su enigmática comparencia ante la Prensa para informar (es un decir) de las medidas que piensa tomar el Gobierno, Pedro Sánchez dijo el otro día: "Haré lo que haga falta, cuando haga falta y donde haga falta". Eso, en Madrid, donde precisamente esta vez no ha triunfado el "No pasarán" en cuanto al número de afectados por la pandemia. Pero es que aquí en Sevilla, el Consejo de Gobierno de la Junta ha dicho algo por el estilo, que muchos interpretan... pues justamente del mismo modo de lo que está usted pensando ahora mismito: "Si hay que tomar una decisión, se tomará".
Todo, pues, lo veo en perri. Locución sevillanísima lo de "en perri", que por mucho que la he buscado para documentarla, fijarla y darle esplendor, no he encontrado ni en el Diccionario de la Lengua ni en el completísimo "Vocabulario Andaluz" de Antonio Alcalá Venceslada. Para el sevillano, cuando algo está "en perri" significa que está en equilibrio inestable, cogido con alfileres, a pique de un repique, más para allá que para acá. Menos mal que, en cambio, me ha confortado el padre don Antonio Romero Padilla, párroco de Carrión de los Céspedes, que maneja como nadie la nueva pastoral de las redes sociales. El padre Romero Padilla ha dicho nada más que toda la Verdad que nos hace libres: habrá Semana Santa. Mejor sus palabras que las mías para explicarlo: "La Semana Santa no podrá suspenderse nunca; sí las procesiones, que Dios no lo quiera y ponga su mano antes. Es la semana de la Pascua, la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Dios mismo, que nos salvó y rescató. Con o sin cofrades en la calle seguirá celebrándose la Semana Santa. Claro que no me gustaría dejar de ver pasos en la calle con nuestra Fe popular sentida, vivida y hasta disfrutada. ¿No sabéis las lágrimas que secan a la Virgen en el Cielo los piropos de nuestra tierra? Pero, no olvidemos: podrán suspender procesiones, pero no la Semana Santa". Más claro, un jarrillo de lata del aguador de la cuadrilla de Los Gitanos. Puede que no haya gente comiendo pipas en la carrera oficial, ni sillitas de los chinos entorpeciendo esquinas, ni nazarenos, ni pasos. Puede que no haya cofradías en la calle. Pero, ¿Semana Santa? Siempre conmemoraremos la Pasión del Señor. Aunque el maldito coronavirus sea como Pilatos, que por poco nos deja sin Semana Santa.
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