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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  27 de abril de 2020
                               
 

Salvo del gueto al Príncipe Gitano

Si les digo ahora que a las 91 años y a causa del coronavius, Enrique Vargas Castellón ha muerto en una residencia de mayores de La Alcarria, no le darán más importancia que el dolor y la tristeza de tantas personas como se está llevando por delante la epidemia, sin que sus familiares puedan acompañarlos en sus últimos momentos. Pero si les digo que Enrique Vargas era "El Príncipe Gitano", el hermano de Dolores Vargas "La Terremoto", la bailaora y cantante que hizo famoso el "Achilipú" de Felipe Campuzano, a medio aficionados a la copla que sean sentirán pena por el artista desaparecido, figura popularísima en su tiempo, la España de la radio de cretona y de los espectáculos folklóricos en los teatros, en los que mandaban Concha Piquer y Juanita Reina y las canciones de Quintero, León y Quiroga o de Ochaíta, Valerio y Solano.

El Príncipe Gitano fue, digamos, de la serie B de esa España de la copla en las radios y los teatros, identificada por los progres con el franquismo hasta que fue recuperada por algunos esforzados que pusieron la verdad histórica por encima de los tópicos y citaron canciones ya famosísimas antes de 1936. Pero desgraciadamente, El Príncipe Gitano no fue al final de sus días conocido por las popularísimas canciones que llevó en su repertorio y con las que llenó horas y horas de radio, en los programas dedicados del "Disco del Oyente". Del gran Príncipe Gitano, artistazo de inspiraciòn, con pellizco, con público, con fama, nos han dejado tristemente una caricatura. Yo no sé a qué alma caritativa se le ocurrió en mala hora con la mejor de las intenciones y para recuperar su perdida fama de otros tiempos que Enrique Vargas cantara, y no aflamencándolo, sino por derecho, un tema que Elvis Presley había hecho famoso en 1969: "In the Ghetto". Y que la cantara en inglés, claro, para mayor escarnio. El resultado fue de charlotada. Indigno para un artista que había tenido tanta grandeza de repertorio y de público. Aquella versión de "In the Ghetto" quedó casi en una friki canción de humor, desternillante por la deficiente pronunciación del inglés del Príncipe Gitano. ¿A quién se le ocurre?

Pues ha ocurrido que al Príncipe Gitano, elegante, artista, se lo llevó por delante esa que fue tomada como pieza de humor, del mismo modo que ahora habría de quitárnoslo el maldito Covid-19. Y en todos los obituarios que le han dedicado se ha hablado lamentablemente sólo de aquella ridícula versión en inglés peor que macarrónico que nunca debió grabar. Y se ha olvidado su importante contribución a la copla andaluza, en la radio, como he dicho, o en los espectáculos de Juanito Valderrama, de La Niña de la Puebla y su hija Adelfa Soto, de Pepe Pinto, de Rafael Farina, de toda esa inconmensurable Serie B de la canción que llenaba teatros y plazas de toros, y que el pueblo se sabía de memoria, porque la inspiración de sus autores y la fuerza de sus intérpretes les llegaba al alma, y así han quedado en la memoria colectiva de una época, olvidada ahora por culpa del maldito ridículo de "In the Ghetto".

No se ha dicho, y lo escribo ahora con todo honor para la memoria de este artista, valenciano como la Piquer, que su nombre quedará ya unido para siempre a canciones que están en la memoria de todos, como el precioso "Cortijo de los Mimbrales", o como "La Tani". O como varias canciones de una serie poco estudiada, cual las coplas andaluzas ligadas a la presencia de España en nuestro Marruecos colonial, a cuya cabecera hay que poner el "Pena mora" de Juanito Valderrama, y que El Príncipe Gitano continuó con "Morita de Tetuán", "Puerto Moruno de Tánger" o una canción ya unida al ahora centenario Tercio de Extranjeros: "Cariño de Legionario".

El Príncipe Gitano no se merecía el entierro periodístico que se le ha hecho, en el que se le ha presentado poco menos que como un humorista friki a lo Emilio el Moro que hacía tirarse de risa a la gente cantando el "In the Ghetto" en una lengua que él, por la gloria de su mare, decía que era inglés.

 

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