ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de julio  de 2020
                               
 

Sin público

Antes que la liberaran, cuando a muchos, de tanto pagar peaje, nos tenían que haber nombrado hijos predilectos de Bética de Autopistas, (luego, de casada, Aumar) en días como este fin de semana se ponía la autopista Sevilla-Cádiz que era un peligro. Vengan motos y más motos camino del Circuito de Jerez, adelantándote por la derecha y por la izquierda, saltándose los límites de velocidad, en cuadrillas de loquitos de las dos ruedas emulando a Ángel Nieto. Hoy la autopista de Cádiz estará así, hasta la corcha, pero será como otros sábados: de coches camino de las playas de la Bahía o del Estrecho, como se viene poniendo cada fin de semana desde que quitaron el peaje y ya nadie, ni los más tacaños que no se gastaban un euro en la cabina de Las Cabezas, va por la Nacional IV. Que, por cierto, a buenas horas, mangas verdes, la van a desdoblar de Los Palacios para allá. Hoy la autopista de Cádiz estará hasta la corcha, pero sin un solo motero. Y eso que en el Circuito de Jerez se está corriendo el Mundial de Moto GP, acontecimiento que antes era más que suficiente para que la autopista se llenara de miles de aficionados con motos de tanta cilindrada como peligro. No habrá moteros camino del Circuito para el Mundial de Moto GP por la congestionada autopista por una razón muy de esta hora en que todas las precauciones son pocas: porque las carreras se están celebrando sin público para evitar aglomeraciones. El espectáculo público sin público es una de las grandes novedades e incoherencias que nos ha traído la que llaman "nueva normalidad". Un espectáculo público sin público de normalidad no tiene absolutamente nada. -

Pero a todo nos estamos acostumbrando. Lo de las motos del Circuito de Jerez corriendo las Yamahas, las Suzukis y las Hondas sin que nadie las vea en directo, más que a través de la TV, es a lo que nos hemos acostumbrado en el tramo final de la Liga de Fútbol, tanto de Primera como de Segunda. Los partidos han sido espectáculos públicos, sí: para el público de la tele. Y como a todo se hace el cuerpo, nos ha parecido lo más natural del mundo que nuestro Betis juegue en el Villamarín sin nadie en las gradas, el Sevilla sin nadie en los asientos del Sánchez Pizjuán o incluso el Real Madrid gane la Liga en Valdebebas sin que nadie le cante el "campeones, campeones" a pie de campo. Una de las cosas que más me han llamado la atención de estos partidos de fútbol sin público ha sido que la mínima hinchada estaba compuesta por los técnicos y directivos de los clubes, pero muy pocos, contados y tasados, y por los jugadores suplentes del equipo, que han ocupado las gradas en lugar de los banquillos. Como diría el padre de Julio Iglesias, gran madridista: "Raro, raro, raro".

En un momento intentaron también dar toros sin público, pero como desgraciadamente la Tauromaquia no tiene el tirón televisivo del fútbol o las motos, se quedó en el proyecto. Y habrá toros con publico, sí, con nuestro esperado Pablo Aguado. Pero con muy poco público. El código de valores de las reseñas de asistencia a los festejos taurinos hay que cambiarlo: un tercio de plaza será ahora un lleno hasta la bandera. Rozando el máximo autorizado estará ese tercio de publico, de tanto valor como los valentísimos empresarios que se atreven a dar toros en estas condiciones.

Antes del virus vivíamos, desde luego, en un mundo donde triunfaba todo lo "sin": sin alcohol, sin lactosa, sin cafeína, sin azúcar. Lo que no nos podíamos ni imaginar era que entráramos todos en el lote del "sin" en cuanto a público, si somos aficionados al fútbol o a las motos. Que pasáramos a engrosar la obligada norma de "sin público". Al fin y al cabo, gran parte de las calles del centro de Sevilla están igual que los graderíos de los campos de fútbol donde se ha jugado el final de esta extraña Liga de tantos partidos en tan pocos días: sin público. Sin peatones, sin coches, sin bares abiertos, sin restaurantes, sin tiendas de toda la vida abiertas. Y si lo dudan, dense un paseo por el barrio de Santa Cruz. Verán cómo está también "sin público".

 

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