ANTONIO BURGOS | ANTOLOGÍA DEL RECUADRO


ABC de Sevilla,  24 de agosto  de 2020
                               
 

Todo morería

Publicado el 30 de enero de 1980

 

"Me parece que la historia de Sevilla necesita un poco de más seriedad. Ya sabemos que lo castellano no está en absoluto de moda"

 

Lo he contado en una novela, la historia de un pueblo andaluz en el trágico verano de 1936, cuando unos lugareños huyen despavoridos ante la entrada de los nacionales y en su carrera se encuentran con otro que tranquilamente lía un cigarro al borde del camino:

 

—Pero, ¿chiquillo, tú no corres?

—¿Por qué voy a correr?

—Es que tú no sabes lo que viene ahí detrás...

—¿Y qué viene ahí detrás?

—Tó morería...

Cuando estas semanas atrás pasaba uno en el coche por tres cuartas partes del casco antiguo de la ciudad, se acordaba de la vieja historia de 1936. Parecía que todo fuera Morería en Sevilla. Pasabas por Santa Catalina, y veías la pancarta: «Barrio de la Morena». En la Alfalfa, otro letrero: «Barrio de la Morería». En la Puerta Carmona, otra tela pintada de esquina a esquina: «Barrio de la Morería». Morería de Morerías y todo Morería. Pero que conste que este macro-barrio con vocación imperial de conquistar Sevilla no ha sido inventado por Ortiz Nuevo, que hubiera sido lo propio. Ha sido sacado de la manga por unos vecinos muy bien intencionados, pero a los que o les han aconsejado mal en materia de historia, o no se han tomado el trabajo de leerse el catón sevillano, o sea, el Matute, el González de León y las obras de don Santiago Montoto.

 

Quieren, de momento, que la Morería sea como un magma de barrios, que van de Santa María la Blanca a San Esteban, pasando por la Judería de San Bartolomé, por San Pedro, por la Alfalfa y por la Costanilla. Como nombre de un conjunto de barrios, podría pasar; ya sabemos que las morerías están mucho más de moda que las castellanías. Pero la cuestión llega hasta el absurdo si comprobamos que dentro de la Morería pretendida nos meten a la Judería, cual la de San Bartolomé. Con lo cual la asociación en cuestión agrupa a judíos, moros y cristianos, como una obra de don Julio Caro Baroja o un viaje español de Camilo José Cela.

 

La Morería, digámoslo por derecho, era un lugar muy concreto de Sevilla. Aproximadamente, la actual Plaza del Cristo de Burgos. Matute la llama «el Adarvejo o Morería», y nos da sus límites: «la plaza de la Alfalfa, por la Costanilla, hasta salir a la plaza del Pan... Por las Siete Revueltas salía al barrio de don Pedro Ponce, y de allí a San Pedro...» La Morería, añade Montoto, «se consumió en su mayor parte al construirse la Plaza de Argüelles»... Y González de León parte una lanza en pro de la Judería: «Este barrio y calle se llamaron de la Judería Vieja porque después de deshecha la famosa Aljama, los judíos que aún quedaron vinieron a vivir entre moros».

 

De este lugar tan concreto se nos quiere formar un inmenso lío que llegaría, por un lado, hasta la Puerta Carmona y, por otro, poco menos que hasta la Campana. Si es por cosa de ponerse a barrer las calles, me parece de perlas. Reivindico para la Morería la Aljama de Bami, a ver si los muchachos de Joaquín González Moreno se animan y llegan hasta aquí con sus escobajos. Pero me parece que la historia de Sevilla necesita un poco de más seriedad. Ya sabemos que lo castellano no está en absoluto de moda. Pero la Morería era la Morería histórica, y no llegaba, como se pretende, hasta Los Pajaritos. ¿Que sería lindo que toda Sevilla hubiera sido Morería? Evidentemente. Pero la historia es una cosa y la escoba, otra muy distinta. Qué le vamos a hacer.

 

 

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