ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de septiembre  de 2020
                               
 

Moño y pendientes

El presidente Sánchez, como les contaba, volvió de sus vacaciones gratis total en La Mareta y en Doñana con un moreno ofensivo, bronceado de rico con yate, en esta España de la deuda disparada y disparatada, del PIB por los suelos, de las cifras de paro por el cielo y del desastre de terror del milenio de las cifras de contagios del Covid, que en muchos sitios salen a récord diario, toquemos madera, previa limpieza con el gel correspondiente. Y el vicepresidente Iglesias, para no dar menos que hablar, ha vuelto de las vacaciones con un aliño capilar y una decoración de los pabellones auditivos completamente insólitos: con un moño en vez de su coleta de siempre, que se ha recogido como una vieja de pueblo, con un rodete, y con un par de pendientes negros, como de luto, en las orejas.

Al verlo me he acordado de lo que cantaba Juanita Reina: "De las de peina y volantes/qué pocas vamos quedando". Aquí es justamente al revés: "De los de coleta hecha moño y pendientes en la oreja cada vez vamos quedando más", ya que hay malvados que dicen que ya sólo le falta la peineta de Martirio. Mi duda es saber, una vez puesto, por qué no se colocó un "piercing" en las cejas, que también es mucho de sus votantes, o en el labio, o en el tabique nasal. Yo creo que el que hace los agujeros para esta ferretería facial hasta le habría hecho precio, y le habría salido más baratito el taladro de los pendientes.

Y como lo de Juana Retina, los pendientes negros de Pablo Iglesia también me han recordado algo muy añorado por nosotros los del barrio del Arenal y por los de la Pura y Limpia: los zarcillos de coral negro de luto que lucía Juana, la calentera del Postigo. Porque ambas cosas con las que ha aparecido el vicepresidente como novedades postvacacionales se creerá que son muy progresistas, transversales, resilientes y todas esas cosas que se dicen en la degradación de la lengua que padecemos, pero más de vieja pelleja no pueden ser. El moño, o es sea, el rodete que aquí le llamamos, es el que cantaba Concha Piquer en el "Salero de España" de Rafael de Leòn y el maestro Quiroga: "Y en el moño un alcaucil". Y en cuanto al color de luto de los dos pendientes, dos, también es para cantar con La Piquer: "¿Por qué los pendientes negros,/ay, por qué,/ si no se te ha muerto nadie?".

Aunque lo de los pendientes tiene mucho más hondo significado de lo que puede pensarse. Media España, incluido el bronceado presidente Sánchez está así: pendiente de los pendientes de Pablo Iglesias, de lo que se le ocurra pedir en los presupuestos, de su locura en gastar, gastar, gastar, sin saber quién lo pagará luego, de su empecinamiento contra la Constitución del 78 y el régimen de libertades que trajo, incluida desgraciadamente en el mismo paquete la Monarquía Parlamentaria y hasta la figura del Rey Felipe VI y l unidad de España. No, no son para tomarse a broma esos zarcillos que proclaman que todos estamos como las piezas a lo Maradona de sus orejas: pendientes de un horizonte bolivariano y comunista cuando España ha tenido la mala suerte de tener el peor gobierno en el peor momento.

Esa Europa que nos pone en el lazareto de la lista negra de los países no visitabais y nos deja el turismo, la hostelería y el comercio a dos velas, ¿qué pensará ahora, cuando vea que estos españoles incívicos que no cumplen las normas contra la pendemia votan como vicepresidente del Gobierno a un señor con un moño y un par de pendientes negros? Dirán por lo menos: "¡Moño con el presidente y con unos españoles que aguantan ser dirigidos por semejante tipo!".

La coleta era una unidad de medida, como en el toreo, cuando dicen en las reseñas que los diestros actuantes salieron "a oreja por coleta". Aquí hemos salido a vicepresidente peligrosísimo por coleta. Que ahora ya es moño. Si no fuera todo tan triste, era para tomárselo a broma, y como no va a haber Carnaval de Cádiz este año, adelantarse con un cuplé chirigotero: "El tío de la coleta/ se la cambió por un moño,/ y es porque a Irene Montero/ le ha salido así del alma".

 

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