ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  26 de septiembre  de 2020
                               
 

Patriotismo sevillano

Si yo tuviera el teléfono o el correo electrónico de Alfonso Guerra, tras leer su discurso al recibir el título de Hijo Predilecto de Sevilla le habría puesto un mensaje que aproximadamente hubiese dicho: "Aunque tenemos distinta formas de pensar desde hace muchos años, le felicito por sus palabras en el acto de las Medallas de la Ciudad, porque compruebo que, por encima de todo, nos une un mismo sentimiento, el amor por Sevilla". Alfonso Guerra no dio un discurso, sino que hizo una declaración de amor a Sevilla, una proclamación de sus sentimientos sobre la ciudad donde nació y donde ha vuelto en vez de quedarse en Madrid, como tantos políticos de nuestra tierra que hicieron el camino de irás y no volverás. El discurso de Guerra fue todo lo contrario de lo que en "Ocnos" acusa Luis Cernuda a José María Izquierdo: el "error de amor". El de Guerra fue el "acierto de amor", por cuanto con sus palabras nos identificamos, por encima de las ideologías, cuantos amamos y defendemos a Sevilla y la proclamamos como el paraíso donde tuvimos la suerte de nacer y vivir.

¿Que qué hago yo defendiendo a Guerra a estas alturas de curso, después de cuanto he escrito sobre su acción política cuando estaba en el poder? Pues hago justicia a la belleza lírica y sinceridad de su discurso, y reconozco que ojalá el PSOE no hubiera perdido el sentido de Estado, el espíritu de concordia, la tolerancia que demostró en la redacción de la Constitución de 1978 y su labor abierta y nada excluyente por el asentamiento de la retornada democracia con la Monarquía Parlamentaria. Viendo el desastre de Gobierno socialista de coalición con los comunistas que padecemos, echamos en verdad en falta el sentido de España de aquellos protagonistas socialistas de la Transición. Ahora no tenemos más remedio que identificarnos con Guerra, o con Corcuera, o con Leguina, cuando se pronuncian sobre el actual momento catastrófico de España. O con Felipe González, cuando al hablar de la demencial "Republiqueta" a la que nos quiere llevar la locura demagógica de Pablo Iglesias ha dicho algo que suscribimos los que nunca lo votamos: "Acabo de oír al señor Iglesias hablar de que no hay necesidad del trabajo de las fuerzas de seguridad del Estado y de la ayuda que han prestado los militares en la lucha contra la pandemia. Yo no estoy de acuerdo con eso. Me parece peor que un error, me parece una estupidez. ¿Eso hace que se considere que estoy en contra? Estoy en contra de algunas propuestas. Quieren hacer un presupuesto con socios de aquel debate de la moción de censura. A mí me inquieta y lo digo públicamente, estar en un proyecto de país, y los presupuestos son el primer paso para eso, con la gente que no cree en que el país deba continuar como proyecto." Ojalá tuviéramos en el poder un Partido Socialista con esa sensatez de antaño.

Pero volvamos al discurso de Alfonso Guerra en el acto de las medallas. En su pieza lírica dijo un sentimiento que muchos tenemos, al referirse al «patriotismo de ciudad», "porque el amor al país y a la ciudad son la misma cosa". Eso somos los sevillanos: patriotas de Sevilla. La Patria grande tiene para nosotros el nombre de nuestra patria chica. Defendemos a Sevilla como un trozo de la mejor España. Estoy por decir que cada sevillano lleva dentro un poeta que exalta a su ciudad, como hizo Guerra: «He viajado mucho y conocido muchas ciudades y he encontrado muy pocas como Sevilla. Quizás Venecia, Florencia o San Petersburgo pero Sevilla está un poco por encima». Eran los recuerdos de su infancia de niño de la calle Rastro jugando en los Jardines de Murillo. Y como todo buen patriota sevillano, dio las gracias «por haber nacido en la ciudad soñada, una ciudad que una vez vivida supera todo lo imaginado. Una ciudad «poética» que envía poemas cuando se pasea por sus calles: Verde, Pajaritos o Lirios, Amistad, Cuna como «poemas telegráficos». Es una ciudad donde me siento en una especie de paraíso». Vuelto a leer el discurso, en el mensaje que mentaba al principio y que nunca le puse, cosa que hago ahora por el teletipo de las jacarandas, le hubiera añadido: "Nos une que, patrióticamente, le hemos puesto el nombre de Sevilla a la España más España".

 

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