Y tan campante, hasta sacando una fotografía de archivo que él suponía ofensiva, Gabriel Rufián consumió su turno de protagonismo consumando, otro más, su habitual ataque al Rey y a la Monarquía. Y lo malo no es que la presidenta del Congreso justificara que una ofensa al Rey y a la Corona, "y en sede parlamentaria" (como se dice en Tertulianés), era libertad de expresión, sino que la oposición conservadora, como el que oye llover, no expresara una sonora protesta en directo y en vivo, con abucheos y golpes sobre los pupitres de los escaños. Tuvimos que esperar al Foro de La Toja para que dos expresidentes, Felipe González y Mariano Rajoy, defendieran al Rey y a la Corona, al sistema de valores de nuestra Constitución.
Ya digo que como el que oye llover. Se suceden los más que estudiados y programados ataques al Rey y a la Institución Monárquica, a la propia Constitución de 1978, y no veo que haya una reacción nacional contra esta campaña de asedio que lleva a cabo el Gobierno, consintiendo que sus socios podemitas se rebelen contra el propio sistema que los tiene en sus vicepresidencias y ministerios, y mira hacia otro lado cuando los ataques vienen de los herederos de la ETA, de los nacionalistas vascos o de los independentistas catalanes que lo mantienen en el poder y que permiten, como es el caso de la renovación del Consejo del Poder Judicial, que Sánchez cambie el reglamento a mitad del partido. Y No Passsa Nada. Nunca hemos visto que haya llegado tan alta la lamentable marea de la indiferencia de la España del No Passsa Nada. Parece que no nos estamos jugando nada. Como tampoco extraña que en los más graves momentos de la situación sanitaria, económica y social que vivimos, la realidad de la calle, la tragedia de la vida de muchos españoles, ni siquiera sea debatida en el Congreso de los Diputados, ocupado en alimentar bombas de humo, como el habitual cinismo de Sánchez de pedir unidad ante el Covid y lanzar luego todas las piedras de confrontación posibles en el camino. No es de recibo que en esta gravísima situación de España los problemas reales que preocupan a los ciudadanos estén ausentes del debate político, y todo sea un mundo de asuntos de ellos con ellos.
El otro día, sobre el balcón principal de la plaza de toros de Sevilla, la Real Maestranza de Caballería puso una colgadura que decía el grito que echo en falta: "Viva el Rey". Sí, echo en falta una defensa espontánea y colectiva de Don Felipe VI y de cuanto la Corona representa de estabilidad por parte de la sociedad toda, ante las continuas ofensas que recibe y ante el aislamiento a que lo tiene sometido el Gobierno que, en fondo, piensa como el rufián de Rufián.
Y especialmente echo en falta la defensa de Don Felipe ante los ataques a su persona y a la Institución que representa por parte de tantas y tantas entidades de todos los ámbitos de la vida nacional que llevan a gala el título de "Real". Cuando la Casa del Rey escribe a un congreso, a una hermandad, a una sociedad profesional diciendo que Su Majestad ha aceptado la presidencia de honor, bien que airean que ya pueden usar el título de "Real". ¿Dónde están ahora, dónde se oye la voz de todas esas entidades que llevan el título de "Real" y que, como la Maestranza de Caballería de Sevilla, deberían haber saltado ya en abierta defensa de Su Majestad? ¿Dónde está la defensa del Rey de tanto Real Club Náutico, Real Academia, Real Colegio Profesional, Real club de fútbol, Real Club de Golf, Real Círculo, Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos? Ahora parece que no quieren significarse defendiendo a la Corona que se apresuraron a poner en su escudo. ¿Y los españoles, y lo "real" de los que sufrimos el peor momento con el peor Gobierno? Toda España debería ser un clamor: "¡Viva el Rey!". V.E.R.D.E.
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