Por lo visto, la Barcelona New Economy Week (BNEW), que no tengo el gusto de conocerla ni quiero que me la presenten, con ese nombre en inglés para no decirlo en lengua española, tiene mucha más importancia que el Consejo del Poder Judicial y que la entrega de despachos a la nueva promoción de jueces. De otra forma no se explica que Pedro Sánchez, como ha acabado reconociendo tras muchas de sus habituales mentiras, vetara la presencia de Don Felipe VI en Barcelona para la entrega de despachos a los nuevos jueces, e incluso ministro hubo que dijo que "se había pasado tres montañas" quien gritó un "¡Viva el Rey!" lamentando su ausencia, y en cambio haya invitado a Su Majestad a la entrega de los premios de la mentada Barcelona New Economy Week, arguyendo que ya había pasado el 1-O, como si las hordas de los CDR no siguieran quemando fotografías del monarca para protestar por su presencia en una parte de España.
Igual que el decretazo sobre el Estado de Alarma en Madrid por encima y contra la decisión del Tribunal Superior de Justicia regional, o estoy mal informado o es verdad lo que he leído: que no es que el Rey haya querido ir a Barcelona a entregar esos premios, sino que ha sido Sánchez quien lo ha invitado a acompañarle. Tal como suena. La agenda de La Zarzuela se hace en La Moncloa, en el copo de todos los poderes por parte del ejecutivo y la soberbia de Sánchez para perpetuarse en el poder con los apoyos de quienes quieren destruir el sistema, y sin separación alguna, ni de pantalla de matacrilato, como contra el covid. La prensa adicta y las televisiones compradas por el Régimen de Sánchez (que esto es lo que estamos creando, el Régimen de Sánchez) se han encargado de repetir y de difundir que el Rey iba a Barcelona porque lo había invitado el presidente del Gobierno.
Nos está pareciendo normal vivir en este mundo al revés que han creado las insaciables e infinitas ansias de poder de Sánchez. El viaje del Rey a Barcelona a petición de Sánchez me ha recordado la costumbre tradicional de que un miembro del Gobierno, como ministro de jornada, acompañe al Rey en sus viajes. Aquí ha parecido al revés: que el Rey era el ministro de jornada de Sánchez en su viaje a Barcelona. Igual que el rodillo de Sánchez por encima de la sentencia del TSJM ha atrapado a cinco millones de madrileños para que no se fueran de puente y puso los controles policiales en las carreteras antes de que la orden apareciera en el BOE, tiene de hecho a Su Majestad confinado en La Moncloa, de donde no puede salir a cumplir obligación alguna de su agenda sin la autorización del Gobierno. He hecho, ha conseguido que, como la Justicia, la televisión, cierta Prensa, el control de la pandemia y cualquier resquicio de poder, la Casa del Rey sea también un elemento manejado por ese rodillo implacable que sabe Dios dónde nos lleva, creo que la brújula de navegar señala hacia Venezuela.
Mucho más daño a la Institución Monárquica está produciendo la instrumentalización de la figura de Su Majestad como una marioneta a las órdenes de Sánchez, ya digo, como su ministro de jornada en Barcelona, que los ataques a Don Felipe o las proclamas abiertamente republicanas de sus coaligadis socios podemitas de gobierno y de los separatistas catalanes que lo alzaron en su investidura y lo mantienen en La Moncloa, cada día más encantado de haberse conocido allí. La España que grita "¡Viva el Rey!" y más ha de hacerlo en la inminente Fiesta Nacional del 12 de octubre, reconoce la quina que debe de estar tragando Don Felipe VI aguantando carros y carretas, para no salirse ni un milímetro de su papel constitucional, de supremo árbitro. Sí, en términos futbolísticos da la impresión de que Sánchez quiere comprar al árbitro. Que aguanta con toda prudencia en su alta responsabilidad ante los españoles y ante la Corona. V.E.R.D.E.
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