ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  3 de noviembre  de 2020
                               
 

Hasta los Jesuitas

No es sólo el confinamiento provincial, que no puedas ir de El Cuervo a Jerez. Ni el virtual toque de queda que se ceba con taxistas y camareros. Lo que queda es un toque mortal, como el machadiano de ataúd en tierra. Es el cierre. Sevilla está a punto de que se cierre toda, y habrá dejarle encargado al último que apague la luz, que no será la del alumbrado de la Feria, que tampoco habrá este año, así que no se molesten en renovar el abono de la caseta, que no se quedarán sin ella. Cierran hoteles, bares, restaurantes, muchos comercios tradicionales del centro y de los barrios. Pasear por Sevilla es recorrer una desolación. Cada establecimiento que se cierra es un trozo del alma de Sevilla que se nos va, el esfuerzo de muchos años de familias de comerciantes que se olvida. Y como un triste símbolo de tantas cosas, hasta los jesuitas cierran su iglesia y su Residencia de la calle Jesús del Gran Poder. La que a los antiguos alumnos de la Compañía en Portaceli nos trae tantos recuerdos. Donde estaban los jesuitas mayores, donde Sevilla rendía culto al venerable Padre Tarín (1847-1910), allí enterrado, predicador y evangelizador incansable por los pueblos, uno de esos "santos atrancados" que tiene nuestra Iglesia en Roma, como el Beato Cardenal Spínola o el Venerable Miguel Mañara.

Los jesuitas están en la calle Jesús del Gran Poder desde 1887. Fue el templo de los mínimos franciscanos, y tras la Desamortización, fue recuperado para el culto católico al ser comprado el edificio por la piadosa dama Dolores Armero Benjumea y donado a la Compañía. En la Sevilla siempre dual, tiene dos fachadas: una a la calle Jesús del Gran Poder, la franciscana, y otra a Trajano, obra de Aníbal González, donde está la Capilla de los Luises, decorada por Bacarisas. ¡Cuántos recuerdos nos trae "la Residencia" a los antiguos alumnos! Allí estaba la Procura del Japón de nuestras huchas del Domund, y allí recibimos el sacramento de la confirmación muchos alumnos. Y a mí ahora me vienen al recuerdo tres memorables padres de la Compañía que realizaron su gran labor desde la Residencia y su iglesia: Trenas, Linares y Alcalá. El Padre Trenas, con sus zapatones como los del Daoiz de la Gavidia, puso en pie su obra de la Ciudad de los Muchachos, para quitar a muchos chavales de los peligros de la calle. El padre Linares abrió el Centro Vida, que daría luego origen a Radio Vida, cuna y escuela de grandes profesionales de la Radio sevillana, como Manuel Alonso Vicedo. Radio Vida fue el germen de la Cadena de Ondas Populares Españolas, la actual Cope.Y el Padre Alcalá creó el Cine Club Vida, el primero que hubo en Sevilla, abriendo el mundo del séptimo arte a las inquietudes de toda una joven generación que allí aprendió nada menos que a dialogar en los coloquios. Pero como París en "Casablanca", a los partidarios de nuestra Compañía siempre nos quedarán Portaceli, la obra social de Torreblanca y la Universidad Loyola.

 

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