ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de noviembre  de 2020
                               
 

Orquestas sin director

Cuando la primera ola de desembarco en la Playa Omaha de este desastre sanitario, político, económico y social del Estado de Alarma, le faltó tiempo a Sánchez para decir como los buenos diestros de antaño a su cuadrilla ante un toro en el que adivinaban bravura y casta: "Dejadme solo". Hasta encargó a su socio del moño de las residencias de ancianos, en las que no se dignó poner un pie. E igual que el otro enterró a Montesquieu, aprovechó todos los poderes que le había dado el Congreso, y lo prolongó cuanto pudo, hasta que anunció solemnemente que habíamos vencido al virus.

Sí, sí... Pero como no fue así, y ha llegado la segunda ola de esta terrible Tercera Guerra Mundial sin enemigo localizable, ahora, aparte de apañarse otra triquiñuela legal para poder gobernar sin el control del Congreso hasta mayo, se le ha quedado pequeña la palangana de Pilatos para lavarse bien las manos con gel hidroalcohólico, como mandan las normas, y largarle el mochuelo del poder de decisión a las autonomías. Y como ha hecho de la mentira una obra de arte, no es que estemos en Estado de Alarma: estamos en Estado de Cabreo, ante tanta desorientación de normas y contranormas, de horarios de toques de queda y cierre de la hostelería, que parece la gran culpable, por cómo se están cebando con ella. Esto se ha convertido, señores, en 17 orquestas autonómicas sin director. O con 17 directores que quieren ir de Von Karajan y acabarán mandándonos a todos, y a la economía la primera, a lo que suena bastante parecido a Karajan. Esto un carajal. Es como esa orquesta desafinada tuviera o ningún director o 17: el uno de la cuerda, el otro del viento, el otro de la percusión. Cuando la Unión Europea debía cortar por lo sano, y como es un mal continental, dictar unas normas de igual cumplimiento para todas sus naciones.

Y no corran, que es peor, que verán cómo de aquí a nada, como piden tantos directores autonómicos que orquestas que no son ni la Banda de la Sopa, aunque Salvador Illa lo haya negado, tendremos un segundo confinamiento casero. Vayan haciendo acopio de papel higiénico para que no pase como la otra vez, cuando dejó de reír la primavera. Todo nos lleva a un inmenso Estado de Cabreo en la población española, amedrentada, que apaga los telediarios para no coger más miedo aún viendo más veces la soga en casa del ahorcado, la otra cara de la medalla del amor: "Hoy esto está peor que ayer, pero menos que mañana". Y mientras, el puerto de arrabatacapas de los negacionistas y los radicales alterando el orden público sin que se les reprima, y saqueando comercios a los que arruinan todavía más. ¿Las bicicletas no eran para el verano? No sé. Las de otoño, al menos, son para que los antisistemas las roben las tiendas de Decathlon que asaltan. Tantas normas distintas no caben ni en el catálogo de Ikea ni el de juguetes del Corte Inglés para aclararnos este quilombo del generalizado Estado de Cabreo.

 

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