ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 9 de mrrzo  de 2021
                               
 

Hoteles y vacunas

La esperanza en que todo esto (y ya saben qué es "todo esto") acabe pronto tiene un nombre: vacuna. De ahí la impaciencia de muchos, tantas idas y venidas a los centros de salud para preguntar que a mí cuándo me toca. De ahí tantos bulos de si ahora van a vacunar a los carteros, que no, que primero van a vacunar a las cajeras de Zara y todo así, aunque la verdad del cuento, como La Lirio, la sabe la Consejería de Salud. A la que por cierto voy a apuntarle un tanto a favor sobre lo mucho que está haciendo bien, aunque tenga aún muchas cosas que corregir. "De tanto usarla", como el amor de la canción de Rocío Jurado, se me escachifló el chip de la tarjeta sanitaria del SAS y me dijeron en la botica que aquello no funcionaba, que pidiera otra. La pedí por Internet, en la web "ClicSalud+", donde tienen todas estas cosas previstas, y a los cinco días tenía en casa, por correo ordinario, mi nueva tarjeta, cuyo "chip" debe de ser de alta gama, porque funciona en el ordenador de la farmacia a velocidad de crucero.

-- ¿Y ahí en ese sitio de Internet que usted dice se puede preguntar cuándo nos toca vacunarnos a los de mi quinta?

-- No sé, no lo he intentado, pero hágalo usted, no sea que le pase como al SMS del señor mayor cuya peripecia contaba ayer.

Así que comenzaba diciendo que la esperanza de que todo esto acabe pronto la tenemos en las vacunas, sean de la marca que fuere, incluso la de los rusos con nombre de primer satélite y de perrita "Laika". Pero yo tengo un medidor de esperanza en el fin de la pandemia: los hoteles de Sevilla. El dinero es cauto, y cuando se anuncian nuevos hoteles o se ve que van adelante los que estaban terminando, señal que los inversores confían de que vamos a volver pronto a la verdadera normalidad. Leo en ABC: "Luz verde para un hotel de cinco estrellas en Reyes Católicos" y me da una gran esperanza de que haya razones para que unos señores que saben de economía confíen en que todo pronto volverá a ser como siempre.

Y pasas por La Magdalena, y ves los nuevos hoteles pareados que siguen marchando como si esto fuera a terminar mañana mismo y los turistas fuesen a volver este verano, ay, qué ilusión. Y pasas por la plaza de Molviedro, por el antiguo Compás de la Laguna, y ves que al final de la muy hotelera calle Castelar están de nuevo terminando las obras de un hotel de la cadena Vincci, en el edificio donde estaba la Residencia Tartessos para matrimonios mayores que hizo el Monte de Piedad yo creo que en tiempos de Álvaro Villagrán, antes de que se fusionara con la Caja de Ahorros San Fernando. Residencia Tartessos que era una maravilla, donde los matrimonios vivían juntos y que incomprensiblemente cerraron y tapiaron todos sus vanos para que no entraran okupas. Cuando los hoteles siguen en marcha y se anuncian edificios enteros que pasan a convertirse en pisos turísticos, la verdad es que te entra una esperanza como si recibieras el SMS para que te vacunes el jueves en el Vigil de Quiñones, vulgo Hospital Militar.

 

 

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