ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  8 de abril  de 2021
                               
 

Peligro: Feria

No sé por qué, pero me da la impresión de que si por alcalde Espadas fuera, habría toros en la Feria y con un aforo en la plaza que permitiera que, si no se ganara mucho dinero, al menos se cubrieran gastos y saliéramos todos contentos, empezando por la afición. Porque me da la impresión de que con los datos de la pandemia, con las restricciones, con tanta norma, con tanta vacuna llegada o por llegar, con tanto "salvar la Navidad", o "salvar la Semana Santa", la verdad es que todos nos hemos vuelto un poco locos y ya habrán leído más de una solvente opinión de un psiquiatra diciendo que el coronavirus nos tiene a todos un poquito macandés.

Mira que me gustaría que se dieran toros, y que viéramos a Juan Ortega y a Pablo Aguado, y triunfar rotundamente de una vez a Roca Rey en Sevilla, pero estamos enfrentando la situación, a pesar de las preocupantes cifras, con demasiada alegría, como si nada pasara. A mí me daban miedo en Semana Santa esas terrazas llenas, esos restaurantes donde llamabas y no había mesa libre en ningún sitio. Hasta las mantillas y sus maqueados acompañantes me daban miedo, por cuanto significaban que aquí, en cierto modo, nos encanta vivir de espaldas a todo lo que está pasando y estamos sufriendo, y creernos que echándonos a la calle con la mascarilla no va a pasar nada.

Y se dan curiosas circunstancias. "Las cosas en su tiempo y los nabos en Adviento", dice el viejo refrán que repetía Cela. Y prueba de la locura colectiva que tenemos en Sevilla y de las ganas de echarnos a la calle como si nada pasara es lo que ocurrió el Viernes de Dolores. El Viernes de Dolores, en vez de celebrarse emocionadamente la bajada de la Virgen del Valle o la subida a su paso del Cristo del Descendimiento de La Quinta Angustia, ¡se inauguró la Calle del Infierno! A la que le han puesto para disimular el título de "Vive Park", pero eso es la Calle del Infierno de todas, todas. Que permaneció, paradójicamente, abierta toda la Semana Santa. Un Jueves Santo con la noria dando vueltas es algo que nunca habíamos visto antes de esta peligrosa locura.

La realidad, nos guste o no, se tomen medidas o no se tomen, es que aunque no haya Feria hay muchas ganas de Feria. El primero que anima es el alcalde, lo cual me parece una temeridad. Ea, que las chavalas se vistan de flamenca y que los bares se transformen en casetas. Los listísimos bodegueros de Sanlúcar ya han lanzado el "Kit del Feriante", que incluye 6 botellas de manzanilla, 6 catavinos, 5 farolillos y dos guirnaldas de banderitas, para colaborar en la idea municipal de "Sevilla te espera vestida de flamenca". Como si nada pasara. Hombre, puestos así, ¿por qué no montar la Caseta Municipal en el Ayuntamiento? Y en el patio del antiguo convento de San Acacio podía montarse la Caseta del Labradores, y en su sede de la calle Sierpes, la del Mercantil. Y hasta en la estación de Santa Justa, la caseta de la Renfe. Un peligro de bullas, esta vez sin la ordenación y distancias de la pasada Semana Santa de las colas y los altares.

 

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