ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 29 de mayo  de 2021
                               
 

Los dos PSOE

La Historia, como la moda, es cíclica. Lo que se va, siempre vuelve. Y la política, lo mismo. Hubo un tiempo en que existían dos Partidos Socialistas: el PSOE histórico y el PSOE renovado. El PSOE renovado era, aproximadamente, el de la foto de la tortilla, surgido del congreso de Surennes, con Felipe González de secretario general y con la escuela sevillana de dirigentes en todo su poder y gloria, con Alfonso Guerra a la cabeza. Venían a poner al día las viejas ideas de Pablo Iglesias el fundador, y a hacer posibilismo como arte de la política. Frente a los comunistas, que fueron casi exclusivamente la fuerza de la oposición organizada en la clandestinidad durante la dictadura y especialmente en sus últimos años, el PSOE era apoyado por la cancillería de Bonn, entonces capital de Alemania, y por la Casa Blanca. Con vistas al futuro de España tras la muerte de Franco, que se esperaba de un momento a otro, eran el dique de contención en la izquierda frente al comunismo, tras la Revolución de los Claveles en Portugal, para preservar los valores de la democracia en la península ibérica. -

Y frente a este PSOE renovado, surgido desde el interior de España, desde un despacho laboralista de la calle Capitán Vigueras y una librería de la calle Miguel Mañara, estaba el que llamaron PSOE histórico, que había permanecido en el exilio durante la dictadura, el de Llopis, y que apenas tenía implantación dentro de España. PSOE histórico que incluso se presentó a las primeras lecciones democráticas, pero que al momento fue barrido por las nuevas ideas y organización de González y Guerra. Ahora estamos en una situación semejante. Sin que haya habido un nuevo congreso, ni en Surennes ni en ninguna parte, sino una moción de censura a Rajoy que lo ha llevado al poder aliándose con todos los que querían acabar con los tiempos de concordia de la transición, Pedro Sánchez ha creado de hecho un nuevo PSOE renovado, que poco tiene que ver con el del sentido de Estado y la Constitución de 1978 de González y Guerra. A los que se han encargado de dejar como un PSOE histórico, pasado de moda, que fue y ya no es, aunque sus votantes sigan pensando en aquellas ideas que engrandecieron al partido y lo llevaron a la mayoría absoluta del poder en 1982. Los viejos varones y los viejos dirigentes quieran ser presentados por Sánchez como abuelos que cuentan sus batallitas cuando se pronuncian en términos de sentido común y de sentido de Estado, cuando ponen a los intereses de la nación y a los problemas de la sociedad por encima de los del partido.

Esto es lo que está ocurriendo con la ignominia del indulto a los sediciosos independentistas catalanes que Sánchez ha pactado y que está dispuesto llevar a término, diga lo que diga el Supremo. No podíamos imaginarnos que íbamos a estar de acuerdo con González y Guerra en materia de indulto. González: "En estas condiciones, yo no haría el indulto". Guerra: "Tengo clarísimo que el indulto no se puede dar". Bueno, pues los del PSOE renovado de Sánchez ya los llaman fachas. Quién nos iba a decir que González y Guerra pensaban como nosotros...

 

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