>   

 

  


ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  24 de junio  de 2021
                               
 

Una riada para la Historia

La Sevilla que vivimos es más hija de la riada del Tamarguillo de 1961 que de la expansión de la ciudad hacia al Sur con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 o que las modernidades y desaparición del dogal ferroviario con motivo de la Exposición Universal de 1992. Tal es la tesis que don José María Cabeza Méndez, antiguo director del Alcázar, aparejador junto con Alfonso Jiménez de la primera restauración de la Giralda, expuso en su discurso de ingreso como numerario de la Real Academia de Bellas Artes. El discurso de Cabeza es más importante para la Historia de la Sevilla contemporánea de lo que pueda parecer; está a la altura del libro de Borja Palomo sobre las riadas, y habrá que consultarlo cada vez que queramos saber un dato de la transformación de la ciudad en la España del Desarrollo. Que no fue aquí a golpe de subvención estatal, sino de sufrimiento de los sevillanos que vieron primero anegadas y luego inutilizadas sus casas, en muchos casos lo que ahora llamamos "infraviviendas". Y tiene la grandeza el discurso de Cabeza que cumple fielmente el mandamiento divino de "honrarás padre y madre", pues no se olvidó de la decisiva tarea en aquella tragedia de su padre, a don Gregorio Cabeza Rodríguez, responsable de la Secretaría Municipal de Viviendas y Refugios que auxilió y terminó dando casa a todos los sevillanos damnificados desde la riada. Y lo hizo Gregorio Cabeza sin grandes aparatos administrativos, humilde y modestamente pero de un modo honradísimo, desde una accesoria en el ahora recién cerrado Bar Citröen.

Sevilla se transformó sociológicamente, quizá por aquello de que no hay mal que por bien no venga. Desaparecieron los suburbios, inhumanos, villalatas indignas, como la Carretera Amarilla, El Plantinar, la Huerta de los Granados, el Haza del Huesero, el Charco de la Pava, las tapias de Cobián, los Ángeles y San Gabriel o la barriada Laffitte en Los Remedios. Y se hundieron o hubo que derribar por ruina los corrales de vecinos, "auténticos hormigueros humanos de imposible habitabilidad", dice Cabeza. Quien nos da hado las cifras impresionantes de aquella catástrofe: el Tamarguillo inundó hectáreas, y anegó 4.172 viviendas, destruyendo 1.603 casas y dejando gravemente dañados 1.228 edificios. En suma, 11.744 damnificados a los que hubo que evacuar (y acomodar) de urgencia, cosa que el padre del nuevo académico hizo con una diligencia ejemplar. De aquella Sevilla inundada y derribada surgió una nueva ciudad intramuros. Los sevillanos afectados, 18.720 familias desahuciadas de sus casas por orden judicial o informes técnicos de ruina sobrevenida, pasaron por los inhumanos veinticinco Refugios Municipales, hasta que les dieron nuevos hogares. Resume Cabeza: «Entre 1961 y finales de 1976 se habían construido en torno a 84.000 viviendas sociales. 44.455 fueron promovidas por el Estado a través de la Obra Sindical del Hogar y con la financiación del Instituto Nacional de la Vivienda y algo menos de 40.000 por el Real Patronato de Casas Baratas, el Patronato Municipal de la Vivienda y el sector inmobiliario privado». ¿Se imaginan lo que se hubiera tardado ahora en hacer esas 84.000 viviendas públicas? Es que no se hubieran hecho.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio