ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  6 de julio  de 2021
                               
 

Que vienen los patinetes

A la primera persona que se vio en España montada en un patinete eléctrico por la ciudad fue en Madrid a don Jaime de Marichalar, cuando aún estaba casado con la Infanta Doña Elena. Llegó, aparcó su coche, abrió el portamaletas, sacó un patinete plegable, lo montó y se puso tan ricamente a dirigirse a donde tuviere que ir en el centro. Y la gente, al verlo, se tronchaba de risa. Lo que le pasa siempre a todo precursor: que la gente se ríe de él o lo toma por loco, cuando al final terminan todos hocicando en aquello de lo que se cachondeaban. Algo así ha pasado con los patinetes en Sevilla. Ya nadie se ríe cuando ve que alguien va montado en un patinete eléctrico por la calle. Lo que hace es salir huyendo, no lo vaya a atropellar, porque van a velocidades de locos por todas partes. Los patinetes son multivalentes, aunque las ordenanzas municipales digan lo contrario y lo prohiban. Pero los del patinete no han leído las ordenanzas. Unas veces van como peatones, por la acera; otras como bicicletas, por su carril; otras como coches, por la calzada. Pero siempre dando pavor a quien los ve acercarse, porque son tan silenciosos y no usan claxon, y cuando te descuidas los tienes encima y no te arrollan de milagro.

Hubo un tiempo, malos tiempos del confinamiento y de los primeros miedos de la pandemia, en que desaparecieron de Sevilla los patinetes. No había nadie por las calles, cierto; ni apenas coches, ni taxis, pero al menos no podía verse un solo patinete. Como tampoco esos artilugios de dos ruedas y equilibrio inestable a los que llaman "seg-ways", con los que formaban caravanas de turistas por la zona monumental desde unas oficinas centrales en la parte final de la calle Federico Sánchez Bedoya.

Pero patinetes sí que hay. Invasión. Todos los que se quieran. Son como el pareado de la primavera: "Los patinetes han venido/nadie sabe cómo ha sido". Me parece, por lo observado en la calle y por lo leído, que incluso hay patinetes de varias empresas dedicadas a su alquiler. Con los que el Ayuntamiento tiene grandes condescendencias. Ese Ayuntamiento que le ha declarado la guerra al coche (y ya verá usted cuando llegue el Plan Respira), parece que mima a los patinetes. Hasta en los aparcamientos de motos les ha pintado en el suelo unas rayas blancas para que estacionen ellos exclusivamente. Turistas habrá todavía pocos, pero cada uno de ellos parece que se ha alquilado un patinete. Que dejan en cualquier sitio, aunque dificulten a los peatones en las aceras. Andando o parados, los patinetes se están adueñando de Sevilla, sin que nos demos cuenta.

Y todo por el cuento del envergue de la sostenibilidad de la movilidad. A la fuerza quieren acabar con el coche. No sé por qué hacen tanta publicidad de coches en la tele, si después no se puede circular con ellos, ni aparcarlos. Y lo que no es sostenible es que una persona mayor se monte en su patinete alquilado como si fuera un chaval para ir a los mandados. ¿Cómo se va a Mercadona y se trae uno la compra en un patinete? Que me lo expliquen. Bueno, si antes no me ha arrollado uno de los cientos de patinetes de alquiler que han comenzado a invadirnos.

 

 

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