ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 7 de septiembre  de 2021
                               
 

Ilusión de Cabalgata

Pues naturalmente que todos queremos que esta pesadilla del virus que nos envió el Maligno acabe cuanto antes, y que Sevilla vuelva a ser Sevilla, y que nuestras fiestas se celebren en toda su integridad y esencia, y que la economía reflote, y que los pájaros canten y las nubes se levanten. Pero me da la impresión de que hay demasiada impaciencia para que todo acabe antes de lo que sabe Dios cuándo concluirá, por mucho que nos vacunemos y por mucha protección de rebaño (qué término tan feo) que alcancemos. Los valencianos no han podido aguantar ni un año más sin lágrimas de las falleras mayores al ver arder las Fallas y han hecho un simulacro de fiestas fuera de tiempo y lugar. Y parece que aquí, Ciudad Jartible aparte de Difícil y Novelera, no vamos a la zaga en estas impaciencias. Ha sido de vergüenza ajena el proyecto de Feria confinada como experimento no con gaseosa, sino con rebujito. Ya andan los jartibles sevillanos gozándose de que en no sé qué fecha van a sacar a la calle no sé qué palio para conmemorar no sé qué aniversario de qué Virgen (que lo sé, pero me lo callo por respeto a la devoción de sus hermanos, que, ¿no van a querer lo mejor?). Ya se habla de que no sé cuándo el Señor, como estaba previsto en sus fechas centenarias, va a ser trasladado a la Sevilla más humilde, la más necesitada del Gran Poder de sus manos. Y, por descontado, los jartibles de Semana Santa y de carrera oficial no descansan haciendo planes para 2022, como si lo que viene primero no fuese la Navidad, sino la Cuaresma. Impaciencia de impaciencia y todo impaciencias, podíamos decir parafraseando a San Agustín con las vanidades.

Y la Cabalgata. ¡Ya están preparando la Cabalgata! ¿Pero sabemos cómo vamos a estar en enero, con lo que falta para enero, que todavía ni todos los niños han empezado las clases y aún no ha comenzado el curso en la Universidad? Demasiado con que parece vamos a tener, ¡por fin!, corridas de toros en una Feria de San Miguel travestida de abril, con sus mismos carteles, incluido el mamarracho de la pintura del que pagan los maestrantes, que ya he visto fijado por todos los bares del Arenal para anunciar los festejos que comenzarán el día 18.

La que todos los sevillanos admiramos y apoyamos como Cabalgata de la Ilusión es ahora una ilusión de Cabalgata para 2022. Con la mejor intención de los ateneístas, que saben de sobra que en este artículo la hemos tratado siempre con el máximo cariño y respeto (cosa que seguimos haciendo), porque se lo merece el Ateneo y se lo merecen los sevillanos, para quienes el cortejo de los Reyes Magos y hasta su Heraldo son algo muy cercano, familiar, sentido, vivido, recordado. Ya sé que los ateneístas que organizan la Cabalgata lo hacen de cara a 2022 con toda esta su ilusión, pero me parece que es tentar al diablo, querer quedarse, un año más, con las carrozas montadas sin poder salir. Claro que de ilusión también se vive. Y el jartible y novelero sevillano, ¡necesita tantas ilusiones en este tiempo tan difìcil...!

 

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