ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  16 de octubre  de 2021
                               
 

Oración difícil al Gran Poder

Dicen que hoy, Señor, estarás por Sevilla. Por una Sevilla que afirman que no has recorrido nunca: la Puerta Carmona, la calle Luis Montoto, la Ronda del Tamarguillo. ¿De verdad que no la has recorrido nunca? No saben nada de Ti quienes tal afirman. Siempre estás recorriendo la ciudad, Señor de Sevilla, en la efigie de las viejas estampas gastadas de mirarte mientras se te reza, o en los corazones de sus gentes. En todas esas calles has estado ya, Gran Poder de Sevilla, en el cuadro de la salita que antes estuvo en casa de tus abuelos y que te trajiste como la más preciada reliquia cuando desmontasteis su piso con tanto dolor, con tantos recuerdos. ¿Que saldrás por Sevilla, dicen? Siempre sales por Sevilla, en defensa de Sevilla, Señor que todo lo puedes. En valimiento de los sevillanos, de los que cada viernes van a San Lorenzo a contarte sus penitas. Estarás físicamente, Dios hecho madera de devoción, Varón de dolores, pero ya has recorrido, cada día, desde que la creaste, esa Sevilla que durante todo el día, casi de sol a sol, desde su salida por los Alcores a su puesta por el Aljarafe, recorrerás hoy. Quien tenga oídos para ver, que vea este portento de cómo hoy el día se hará Madrugada de devoción de Sevilla. Las lágrimas del bisbiseo en la plegaria que te dirigirán serán las mismas en la calle Escuelas Pías que en Conde de Barajas. Y el mismo tu Poder y tu Imperio sobre el corazón de esta ciudad.

Aunque algunos creemos, aunque nos pongamos a la ciudad frente, que está llena de divinos impacientes. ¿No es demasiado pronto para sacar todavía al Gran Poder, si la gente sigue muriendo de la pandemia y si no todo ha terminado? Pero eres, Jesús del Gran Poder, Hombre de Palabra. Dijiste a tus hermanos y devotos que salías, y que irías a la Sevilla más abandonada y olvidada, lejos de los fastos del altar del Jubileo y de la plata de los bizarrones en la Catedral, y como cumpliste la de salvarnos llevando tu cruz, has cumplido también esta promesa que muchos creían que nunca iban a poder ver. Son las cosas de Sevilla, son las cosas de su Señor, más nuestro que el vuelo de los vencejos por el Museo, cuando va de vuelta a su casa el Viernes por la mañana, quebrando albores. No nos vamos a hartar de verte por los lugares más insólitos, más desconocidos pero, también, más sevillanos. No todas son murallas del Alcázar para que pases ante ellas; también hay otras murallas interiores en Sevilla, las del dolor, la miseria, la necesidad, que vas a recorrer y a traspasar. Para tu poder no hay Extramuros ni afortunados con la contemplación de tu paso, con el sonido inconfundible del racheo de tus hermanos costaleros. Te tendremos más con nosotros todavía, si ello es posible, durante más de tres semanas. ¡Con lo corta que se nos hace contigo la Madrugada, mira qué gozo de tiempo, alargado como el capirote de tus nazarenos de la cera color tiniebla! Y ya que te tendremos más cerca, pero tan dentro como siempre, y aunque muchos creamos que es demasiado pronto para las peligrosas bullas, en Ti confiamos. Sigue protegiéndonos con el poder de tus manos que llevan nuestra cruz, Señor de Sevilla.

 

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