Pues aquí me tienen otro día más ganando amigos (¡tararí!) con el levantamiento de veda de las restricciones contra el coronavirus. "Amigos" a los que he llamado "divinos impacientes", con denominación de origen pemaniana. Los que se empeñan con Julio Iglesias en que "la vida sigue igual", como si ya no hubiera el menor caso de coronavirus y todo hubiera acabado. ¿Sabían que en Cádiz ya han anunciado oficialmente que la Semana Santa será como siempre, con todas las cofradías en la calle, sus cargadores, su penitencia y su carrera oficial? Aquí vamos un poco más cautos, que es lo prudente, y aunque nos tememos que acabará siendo igual, aún no se ha anunciado nada oficialmente.
La coartada perfecta para todos estos divinos impacientes ha sido el fútbol. La decisión de acabar con los partidos a puerta cerrada y permitir que se llene totalmente el aforo de los estadios. El silogismo está servido: si dejan que se llenen los campos de fútbol hasta "cada escalón de mi Carranza" y No Passssa Nada, ¿por qué no vamos a poder sacar al Gran Poder a la calle? Y si sale el Señor y no ocurre nada, sino que al contrario hasta los musulmanes sevillanos van a verlo, y a la vuelta en su paso le va a tocar la Banda Municipal en la Plaza Nueva, ¿por qué no sacamos a la Virgen del Rocío hacia el santuario y hacemos la romería? Y si lo del Gran Poder ha sido tan provechoso espiritualmente, ¿por qué no sacamos a la Virgen de los Reyes en la víspera de la Purísima, para que presida la solemne función de la víspera de la Inmaculada en la Catedral y la llevamos también a la Plaza Nueva?
Y ya puestos, se habrán dicho en mi querido Ateneo: ¿y por qué no sacamos la Cabalgata como siempre, con sus beduinos y sus carrozas y, como decía José Jesús García Díaz, "sus niños y sus caramelos"? Y quien dice la Cabalgata dice el Heraldo el día antes. Ese Heraldo que cada vez va teniendo más popularidad y bulla, las clásicas tradiciones de Sevilla inventadas ayer por la mañana que nos parecen de toda la vida.
Creo que, como la presidenta de la Comunidad de Madrid con las mascarillas de los niños en el recreo y fuera de clase, nos estamos precipitando. Ojalá me equivoque y me tenga que comer estos papeles. Pero creo que vamos de demasiado ligeros. ¿Quién sabe cómo estará la situación el 5 de enero, si las cifras de la pandemia aconsejarán o no que la Cabalgata salga, con la bulla que origina? Pues nada, ya la han anunciado. Saldrá con el mismo recorrido, partiendo de la Universidad, con 33 carrozas, de las que 13 son nuevas. Anuncian que en el mismo cortejo participarán 3.000 penosas, que tardará 45 minutos en pasar y que, como suele, reunirá a un millón de personas en la calle, el famoso millón del Rocío, cuya romería anuncian también impacientemente como si tal cosa. Vale. Ahora, señor presidente del Ateneo: es tentar la suerte sacar 13 carrozas nuevas, 13, en la anunciada Cabalgata de los Reyes Magos. ¿No podían ser 12 o 14 en vez de 13? Lo digo porque quiero que la Cabalgata salga y ese numerito del 13 se las trae...
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