ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 12 de noviembre  de 2021
                               
 

Un adelantado Black Friday

Aunque para nosotros noviembre es el mes de los difuntos, la globalización de las costumbres e importación de modas lo ha convertido en el mes en que imitamos más a los americanos, de los que luego tanto largan. Noviembre empieza con el Jálogüin, inequívocamente americano, que ha sustituido a nuestros tradicionales Tosantos, y acaba con el Black Friday, una costumbre comercial estadounidense de rebajas que también hemos adoptado como si fuera algo nuestro, que es el último viernes del mes y ha borrado del mapa al Adviento. Me costó enterarme qué era el Black Friday, por qué se llamaba así. Y era que tras unos meses chungos de ventas de otoño, con números rojos en el balance de los comercios, ponían un día de rebajas irresistibles para que entrara dinerito en caja y los números fueran negros y bien negros. No sé si en Estados Unidos está ocurriendo lo que aquí en España y en Sevilla. Que no hemos ni pasado el ecuador de noviembre y ya están engatusándonos con la publicidad de los rebajazos del Black Friday, que a este paso se convertirá en el Black Month, el mes negro. Bueno, negros sí son todos los meses desde hace año y medio, pero por otras razones que no tengo ni que nombrarlas, por desgraciadas y sabidas.

Todo se adelanta, y contagiado de las rebajas, y urgido también por el abandono de la alcaldía por Juan Espadas para dedicarse exclusivamente a su candidatura a la Junta, el Ayuntamiento anticipa el encendido del alumbrado de Navidad precisamente al Black Friday, al último fin de semana de mes. Y vuelven a poner cacharritos luminosos en la Plaza de San Francisco para atraer al personal, con el argumento de que eso anima al comercio y la actividad económica de un centro hasta ahora de locales cerrados. Me parecen demasiadas y peligrosas prisas, como si la pandemia hubiera pasado. Como me daba miedo en la bulla del triunfal regreso del Gran Poder a su basílica tras su misión en los Tres Barrios ver la Avenida con mucha más gente que en Semana Santa o en la Cabalgata, todos hombro con hombro, sin guardar la menor distancia social y muchísimas personas sin mascarilla. Y lo mismo temo de la procesión extraordinaria de la Virgen de los Reyes en la víspera del día de la Inmaculada. Va a tener tanta bulla (y peligros de contagio) como el regreso del Gran Poder y quieren darle el sentido de acción de gracias por un final de pandemia que desgraciadamente no ha llegado, sólo ha venido esta impaciencia en precipitarlo y adelantarlo todo, y en quitar cualquier restricción, aunque simultáneamente nos digan que tengamos precaución y prudencia. ¿Precaución en una bulla de Navidad con el encendido del alumbrado y las atracciones luminosas en la Plaza de San Francisco, y preparando la Cabalgata como si supiéramos que a fin de año Dios quiera que no suba la tasa de contagios por cada 100.000 habitantes con tantas impaciencias, de las que tiene la culpa consentir el precipitado aforo completo de los campos de fútbol?

 

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