ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  3 de enero  de 2022
                               
 

El nuevo alcalde

Para las 12 de la mañana ha convocado hoy Sonia Gaya, alcaldesa en funciones, el pleno de elección de alcalde, en el que saldrá con el bastón de mando el hasta ahora mano derecha de Juan Espadas, el teniente de alcalde don Antonio Muñoz Martínez, delegado de las áreas de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo; pero que mandaba en el Ayuntamiento no tres áreas, sino bastantes hectáreas. Dirán algunos que a este alcalde no lo ha elegido el pueblo. Pero según la Ley Electoral a los alcaldes no los elegimos los ciudadanos, sino los concejales que hemos votado. La representatividad de Muñoz es, pues, plena, aunque le quede sólo medio mandato. Será tan representativo como todos los anteriores de la democracia, elegidos por el mismo sistema. La única novedad es que viene a sustituir a otro alcalde. Con una ventaja: Espadas llegó a la alcaldía sin conocer el Ayuntamiento desde el poder, y Muñoz viene con todos los tiros de la política municipal dados, y se conoce el paño, de muchos meses de currelar en el despacho o a pie de obra o, con el casco puesto, visitando obras.

Le deseo a Antonio Muñoz mucho éxito, por la cuenta que nos trae a los sevillanos. La situación de una ciudad depende de la actuación del alcalde. Ante cualquier problema y su solución, quien sale beneficiado o perjudicado no es el alcalde, sino los sevillanos. Muñoz ha sido delegado de Hábitat Urbano, que es el mote que le pusieron a lo que toda la vida de Dios había sido Urbanismo. Pues eso: si se trata de Hábitat, a ver si hace una Sevilla más habitable, menos incómoda, más racional, sin que tengamos que llevarnos las manos a la cabeza cada día al salir a la calle y ver la última tropelía que han cometido en nombre de las palabras de moda: la sostenibilidad, la movilidad, el empoderamiento y lo transversal. A ver si hace realidad la Sevilla que soñamos, con ningún gran proyecto pendiente, llena de sombras en el verano, con aparcamientos, bien comunicada, con actividad económica y apenas paro, y sin que Málaga nos eche la pata. Y limpia.

Como perro viejo del Ayuntamiento, Muñoz sabe que los sevillanos se quejan de que la ciudad está muy sucia. Tener a Sevilla limpia sería un buen mínimo programa de gobierno para Muñoz. Que esté limpia y que se vea. Pero no sólo en ese centro donde las barredoras se hartan de dar vueltas, sino en la Sevilla marginal. Que no se olvide de Los Tres Barrios, como han pasado al recuerdo una vez que se trajeron de ellos al Gran Poder. Que se cuide el tesoro de nuestro patrimonio y la maltratada imagen de la ciudad. Que no vuelva a ocurrir más una sorprendente destrucción por entregas como la de La Palmera. Y sobre todo, señor Muñoz, ¿sabe lo que le pido con mayor ilusión? Que Sevilla se parezca a Sevilla, y no sea Albacete con Giralda. Que los sevillanos recuperemos la alegría de vivir en Sevilla y el orgullo de nuestra tierra, y no andemos como amargados con el Ayuntamiento. Que la cuidemos como el tesoro universal que es. Por la cuenta que nos trae, espero que no nos defraude.

 

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