ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de enero  de 2022
                               
 

De la mesa camilla a la regleta

El "panta rei" del presocrático lo estamos viendo este trágico invierno de incendios domésticos, donde no sé la de heridos y muertos que debemos de llevar contados. Heráclito en los fuegos de pisos, trágicos. Cito a Heráclito porque antaño estos fuegos invernales de las casas en Sevilla estaban causados por ese maravilloso invento que es la mesa camilla, ya casi en trance de extinción, y como "panta rei", ahora lo son por las regletas. Fuegos aparte, habría que hacer el elogio y nostalgia de la mesa camisa, con sus faldas como una señora, su tarima abajo en el suelo con el agujero central para que albergara al brasero, al que en Sevilla llamamos "copa". Donde se pasa frío de verdad es en las casas de esta Sevilla tan reacia a la calefacción central, que los vecinos de la comunidad dicen que gasta mucho y a veces existe, pero apagada pero como pieza de museo. Y la mesa camilla era el remedio contra estos fríos dentro de las casas, con su brasero y con las gruesas faldas usadas casi a modo de manta. Había una tecnología de la mesa camilla y hasta quien le ponía por dentro con cuerdas como un tendedero para secar la ropa de los niños. Y el carbón, y el cisco picón, y la ceremonia de encender el brasero, con el soplillo de palma, y el cuidado en mantener su sagrado fuego que nos quitaba los tiritones, con la badila para avivar las brasas, a una orden como ritual del ama de casa:

-- ¡Niña, echa una firmita a la copa!

Echar una firma a la copa era apartar las cenizas, pero con mucho cuidado siempre, para no apagar la candela del carbón y el cisco. Luego vinieron los braseros eléctricos, redondos como los de cisco, que se ponían en el mismo agujero central de la tarima interior de la mesa camilla. Pero el peligro aumentaba en ese caso. Si con la mesa camilla murieron muchos sevillanos por las emanaciones de gas de sus braseros, no menos con los fuegos caseros causados en el invierno de esta ciudad preparadísima contra las calores, pero traicionada por los fríos. En las informaciones de sucesos no era raro leer la noticia: "Incendio causado por un brasero".

Como todo cambia según el presocrático, ahora la causa de muchos incendios domésticos no son los peligrosos braseros, porque casi está desapareciendo la mesa camilla, sino las regletas. El viejo peligro de fuego de los braseros ha pasado a las regletas de enchufes. Ya saben, ese alargado soporte donde se conectan tres o más enchufes, alimentados por un solo punto de la red eléctrica. Regletas donde se enchufan los calentadores de aceite a modo de radiador, o el brasero eléctrico de la superviviente mesa camilla, y mil sobrecargas más de la red para evitar el Polo Norte del frío de la casa. Y a docenas estamos oyendo por la tele o leyendo en el periódico incendios domésticos causados por el cortocircuito en una regleta que sobrecargó la red. Peligrosísimas regletas donde todo lo enchufamos, mucho más mortales que el brasero de la mesa camilla. Llamen a un electricista y que le ponga más enchufes, pero no abusen con las mortíferas regletas, que las carga el diablo.

      

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