ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  10 de marzo  de 2022
                               
 

Sevilla, patas arriba

Una cosa es una calle en obras y otra muy distinta una calle patas arriba, abierta en canal, a cuyas calicatas se asoma la gente con curiosidad para ver los distintos estratos del suelo. Ahí, ahí es donde suele aparecer cada dos por tres la Sevilla romana sobre la que nos asentamos, o la desconocida Sevilla almohade. Ya se sabe: en Sevilla excavas o escarbas y te sale la antigüedad de la ciudad a borbotones; es una ciudad construida como un palimpsesto sobre muchas otras ciudades que anteriormente existieron en esos mismos solares o calles. Y Sevilla ahora, de golpe y "a la misma vez", como decía Don Manué, está literalmente patas arriba. Parece que se han puesto de acuerdo todos los departamentos municipales para ofrecernos una primavera de calicatas y vallas, de tuberías nuevas, de renovación de redes de abastecimiento. ¿Es tiempo oportuno meterse ahora, en vísperas de las fiestas, en tales obras, en tener en Sevilla levantada? Cada vez que paso por la calle Arfe, que está como marca la tabla, patas arriba, desde antiguo mercado a la tienda del Reloj, me pregunto lo mismo: ¿estará esto terminado para Semana Santa? Y pienso en la vuelta de las cofradías de Triana, que pasan todas por allí, y pienso en La Paz camino de la carrera oficial, o en la Madrugada del Señor de Sevilla. A ver si llega el Domingo de Ramos y no está terminada la calle Arfe y la tenemos... ¿Se imaginan lo que sería para el itinerario de ida o de vuelta de muchas cofradías? En el Cabildo de Toma de Horas se iban a volver locos rehaciendo recorridos.

Pero si sólo fuera la calle Arfe... Es que han hecho que coincidan dos grandes obras, que van a poner la circulación imposible: la ampliación del puente del Quinto Centenario y la prolongación del tranvía por San Francisco Javier desde La Enramadilla hasta Santa Justa. Sí, ya sé, hay itinerarios alternativos para la circulación. Pero comprenderlos sólo da ya miedo, viendo esas calles que ni sabemos por dónde están, adivinando la de atascos y embotellamientos que se van a producir. Los caminos de emergencia para salvar el río por donde antes se cruzaba con el Puente del Centenario son para algunos, entre los que me cuento, como quizá se contará usted, absolutamente incomprensibles. Esos planos de desviación de tráfico pertenecen al mismo género que las novelas de terror.

¿Y San Francisco Javier cortada, con las obras de ampliación del tranvía? ¿Se imaginan el lío de circulación que se va a formar cada día y a cada hora en torno al Campo del Sevilla, por ejemplo, como si siempre hubiera partido de fútbol, o por las calles que ponen como opción alternativa? ¡Cualquiera es el guapo que va al Cortinglés de Nervión, con lo sencillo que era coger San Francisco Javier adelante y entrar al comodísimo aparcamiento de los sótanos!

Entre San Francisco Javier cortada y el puente del Centenario cerrado, mi consejo es dejar el coche en casa, y dajarse de esos rodeos de terror que nos han explicado en los planes de caminos a seguir. Y todo esto, en vísperas de Semana Santa, cuando siempre más embotellamientos hay por toda Sevilla.

 

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