ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  23 de marzo  de 2022
                               
 

No hablar con una máquina

Lo he comentado aquí varias veces: cada vez hablamos más por teléfono con una máquina. Los autotitulados servicios de atención al cliente están especializados en que, si llamamos a ellos, nunca hablamos con una persona, sino con una máquina, fría, impersonal, antipática, que te dan ganas de insultarla. De las que te dicen: "Si quiere hablar con el departamento de reclamaciones, pulse 1; si con el servicio de entregas, pulse 2..." Te dan ganas de decirle a la máquina, antes de colgar, dando por imposible ese diálogo mecanizado: "Y si te quiero mandar a tomar vientos, marco el 5, como hago ahora mismo". Eso, cuando no marcas el número que te indican y te sale otra voz impersonal: "En este momento todos nuestros operadores están ocupados, espere..." Y te ponen una musiquita que te hartas de escuchar hasta que acabas colgando. ¿Tanto tienen que hacer los operadores de estos sitios espantosos, que siempre están ocupados? ¿O son los clásicos funcionarios que han ido a tomar café? ¿O es que los llamados "operadores", con mucho plural, como "mis abogados" de las mindundis de plantilla en "Sálvame", son en realidad uno solo, la clásica señorita de toda la vida que atiende el teléfono?

He encontrado felizmente una empresa donde llamas por teléfono...¡y no te sale una máquina, sino una persona que te atiende amable y personalizadamente! Lo que siempre se llamaba una telefonista. Es el servicio de atención al cliente de Mercadona, que no me importa poner aquí como ejemplo, el 900 500 103, donde no te dicen que entres en Internet y te bajes una aplicación y que allá te las entiendas con ella y con tu teléfono móvil, ni que si quieres esto le des al 1 y si quieres lo otro al 2, o que todos los operadores están ocupadísimos. Desde ese teléfono de atención al cliente no se maltrata a quien llama, sino que le resuelven en directo sus dudas y problemas, cosa que consiguen preguntándote los datos que necesites para tu reclamación o tus deseos de información sobre algún asunto.

No es que yo sea un agente de Juan Roig, el jefe de Mercadona, ni que esto sea una publicidad de esa cadena de supermercados. Pero en esa empresa tenía que ser esta excepción telefónica. He dicho que Roig es el "jefe", y he dicho mal. "Jefes" es como nos dicen a los clientes en el lenguaje de Mercadona. Somos, en realidad, los jefes de todo ese tinglado que tiene montado Roig, con 1.662 supermercados y donde en plena crisis de todo y desabastecimiento acaba de contratar a 1.000 trabajadores más y les ha subido el sueldo un 6,5%, además de repartir entre ellos 375 millones de beneficio. Lo siento, pero soy mucho de Mercadona. Sobre todo por la extrema comodidad de su servicio de entrega a domicilio, que tal como llevas el carrito a la caja, sin tener que sacar artículo a artículo para embolsarlo, y luego llevarlo al coche y luego al ascensor y a casa, te lo traen puerta a puerta el día y a la hora que quieres. La gente está donde está no por casualidad. Y sin que esto sea ni mucho menos una publicidad, porque pago en Marcadona hasta el último euro, no me negarán que en este mundo comercial de máquinas, aplicaciones y empleos-basura, lo de Juan Roig es una gozosa excepción.

 

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