ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  7 de abril  de 2022
                               
 

Saturación de Sevilla

Un Padre Nuestro, como el del emocionante arranque del gran pregón de Julio Cuesta, habrá que pedir hoy que recemos todos para que salga bien una Semana Santa que a algunos, quizás los menos, nos llega con honda preocupación. Preocupación no sólo por lo que en los últimos lustros fue la masificación de la fiesta religiosa, sino porque de la masificación de la Semana Santa hemos pasado a la saturación de Sevilla. Y más con las ganas de cofradías que hay, después de dos años sin ver nazarenos, ni pasos, ni sentir y vivir nuestras más honras y arraigadas tradiciones.

Con cada serie de datos y medidas que dan el Cecop o la Delegación de Fiestas Mayores, más miedo me da pensar las aglomeraciones que va a haber. No es lo malo el crecimiento del número de nazarenos: lo peor es el aumento de la bulla. Los desplazamientos de la gente que se toma esto como una gran fiesta a secas, sin componente religioso alguno. Como un gran pretexto para ir de copas al centro y, si se encuentran por casualidad con una cofradía, verla, pero sin mucho entusiasmo. Sin tener siquiera la curiosidad de los extranjeros que se hartan de hacer fotos y que se sorprenden por cada detalle que ven. He leído que toda la Semana Santa registra 3,8 millones de movimientos de personas por la ciudad, según datos de años anteriores a la pandemia que nos dejó sin cofradías. Con las medidas de seguridad callejera montadas por el Ayuntamiento ha dicho el alcalde, y ojalá sea así, que hay que estar «tranquilos» para «tener una Semana Santa con normalidad» y en la que se espera una «gran afluencia de público» tanto sevillanos como visitantes, especialmente turistas nacionales. Pero a continuación, el subdelegado del Gobierno, Carlos Toscano, ha dado una cifra para echarse a temblar o para rezar como decía arriba, para que todo salga como ha salido toda la vida de Dios. El señor Toscano ha cifrado en 800.000 los desplazamientos previstos por Sevilla, ¿Usted sabe lo que son ochocientas mil personas moviéndose de un lado para otro por el casco antiguo de una ciudad que no ha agrandado, que es la misma de siempre?

Lo que más me preocupa de la saturación que nos espera son las aglomeraciones y tapones de gente que no sabe dónde va ni qué quiere ver, más que pasárselo bien, y que la mayoría de las veces no tiene nada ver ni con las cofradías ni con sus itinerarios. Las calles por las que más desplazamientos se producen son aquellas por las que no pasan cofradías. No hablo de la clásica bulla, para lo que el Cecop tiene ya previstos los aforamientos y los cierres cuando no quepa más gente. Los que temo son los tapones de gente en la calle Puente y Pellón, en el Postigo, en el tramo final de la Avenida desde Correos a la Puerta Jerez, en la calle O´Donnell. ¿Y los cruces de la carrera oficial? Esos sí que van a ser temibles. La carrera oficial divide el centro en dos partes, en dos orillas, y es una aventura cruzarla, aunque hayan puesto de dirección única las que están junto a los palcos. Le temo al cruce de Cerrajería, de las Cuatro Esquinas de San José. Ay, aquellas bullas de antaño, en las que no había que aforar nada, cuando la gente iba a ver cofradías de verdad, no a tomar copas y convertir a Sevilla en un gran botellón con tambores y cornetas.

 

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