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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 24 de junio  de 2022
                               
 

Camareros de cátering

Junio está siendo el mes de las bodas. Sé de un señor que hasta a tres bodas lo han invitado el mismo día, y todas por la mañana. Y ha conseguido batir la marca nupcial: quedó bien con las tres familias y pudo asistir a las tres. ¿Cómo? Echándole imaginación y estrategia. Fue a la iglesia de la más temprana, tras advertir a los padres de la novia que no podía quedarse al almuerzo. En la segunda fue al aperitivo, a ese larguísimo aperitivo en que, si es un almuerzo, te sientas a comer lo menos a las 4 de la tarde. Segunda boda cumplida. Y a la tercera fue directamente al almuerzo, eso sí, advirtiendo a la familia que iba a llegar un poco más tarde. Lo que no sé es lo que se gastó en regalos por asistir a las tres. Y no sé si eran de lista de bodas o de lo que se estila ahora: los novios te ponen directamente con la invitación el IBAN de la cuenta donde puedes ingresarles el dinero, sin ficción de esas listas de bodas que son meras formas de recaudación de parné con el pretexto de que se regala un microondas o una lámpara de pie.

Divido las bodas en dos clases: las que vienen con mapa y las que no traen mapa, porque son aquí en Sevilla. Las del mapa son la mejor forma de perderte yendo al banquete nupcial por esas carreteras de Dios, a la Hacienda Tal o al Cortijo Cual. ¿Cuántos caseríos de cortijos de los alrededores de Sevilla han sido adaptados para dar bodas, "eventos" que les dicen? Y todos lejísimos y complicadísimos de llegar, por lo que optas por la otra solución, coger el autobús de la boda, que sale siempre de la Plaza de Cuba, pero que tiene el inconveniente de que si te quieres volver pronto, debes esperar al primero, que no sale hasta las mismas tantas.

Se están celebrando todas las bodas que se aplazaron con la pandemia. Y las empresas de cátering están haciendo su agosto. Empresas donde hacen de camareros estudiantes que con este cometido del fin de semana se buscan un sueldecito. Algo muy americano. Estudian su carrera y los fines de semana se ganan sus perras trabajando de camareros en un cátering. Con más voluntad y maneras que muchos camareros profesionales. Salen al anochecer camino de la finca de la boda y vuelven al alba. Son chavales y chavalas que estuvieron en Tabladilla, Entreolivos, Portaceli o Hightland y que estudian su carrera y se ganan su jornal. Para que vayan aprendiendo que el dinero no cae del cielo sino que se lo gana uno. No son profesionales pero tienen educación, buena presencia y exquisitos modales. Y es bonito cuando se va a la cena de una boda, y después de perderse por mil caminos, se llega por fin al cortijo y al entrar se encuentra usted el pasillo de honor, con esos niños y niñas tan monos, educados y bien puestos, ofreciéndole una cruzcampo muy fresquita o una copa de cava. Y como muchos son de casa bien, una señora de Madrid dijo al comienzo de estos usos, muy sorprendida: "Hija, en Sevilla, en las bodas, las invitadas ¡besan a los camareros, que son unos muchachos monísimos!". No sabía que estos jóvenes camareros del cátering eran los hijos o nietos de sus amigas.

 

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