ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  18 de julio  de 2022
                               
 

La tasa turística

Sevilla ya paga la tasa turística. Lo que ocurre es que todavía no la abonan los visitantes, sino que la pagamos los sevillanos que hemos visto cómo el centro histórico se ha convertido en un Parque Temático, en el que los nativos nos sentimos como extraños, ante tanta invasión de grupos con un guía delante y de bullas por las estrechas calles del barrio de Santa Cruz. Calles antes desiertas y en silencio, con todo el encanto goyesco de que "el tiempo también pinta", están ahora masificadas, como de bullas de Semana Santa pero sin cofradías. Es una alta tasa la que hemos tenido que pagar para mantener, incluso en las peores circunstancias mundiales de la pandemia, la que pasa por ser nuestra primera industria, la que mantiene nuestro PIB, da empleos, asegura un mínimo de actividad económica. El cambio de modelo de la ciudad y el fenómeno que los sociólogos llaman "gentrificación" es la alta tasa turística que hemos tenido que pagar. Y todo de nuestro bolsillo. Los turistas no pagan tasa de basura, como tantos locales incluso cerrados y con el trágico "Se vende" o "Se alquila" puesto en sus pintarraqueados escaparates ya va para años. Los turistas usan de servicios que pagamos los sevillanos, como la limpieza callejera. Y no hablo de cuando la ciudad pone el "completo" y el "no hay billetes" con los grandes eventos que buscamos o que nos largan, como aquella final futbolística de tan mal recuerdo por el gamberreo de los hinchas escoceses y alemanes que se bañaban en la fuente de la plaza Virgen de los Reyes.

Con el loable proyecto municipal de establecer, como en otras ciudades, la tasa turística, se compensan los gastos que ahora hemos de pagar los sevillanos con cargo a los presupuestos que mantenemos con nuestros impuestos. Se trata, por tanto, de repartir la carga. Que por cada pernoctación en un hotel o en cualquier alojamiento, el visitante pague una cantidad. Me parece perfecto. Difícil quizá de llevar a cabo, pero muy justo. Que quien use de la ciudad y de sus servicios ayude a su mantenimiento económico. Equis euros por cada pernoctación en Sevilla es una ayuda para la maltrecha economía municipal. Que el turista, cuando pague su factura en el "check out" del hotel o del alojamiento, abone la tasa turística por haber usado de la ciudad es lo lógico. Pero ahí no está el problema. Ese turista ya ha dejado dinero en Sevilla, en sus bares, en sus terrazas, en sus restaurantes, en sus tiendas, hasta en los puestos callejeros donde se compró una botella de agua mineral helada contra la calor o un sombrero de los chinos de los que parecen panamás auténticos. El problema no son los que duermen en Sevilla, que pagarán su tasa. El problema serán los turistas que vienen a pasar el día en una visita en autobús desde la Costa del Sol o desde Córdoba, y usan de los servicios municipales sin tener que pagar tasa alguna, porque no duermen aquí en ningún hotel. Venecia ha impuesto para este tipo de visitantes sin pernocta unos como tornos de campos de fútbol, y va a cobrar, dicen, por entrar. No tasa, sino entrada, como la del Alcázar o la Catedral. ¿Ha pensado en esto el Ayuntamiento? Pues debe empezar a pensar antes que sea tarde, porque los sevillanos somos los pagaches de hasta los que no se dejan aquí un euro.

 

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