ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  31 de julio  de 2022
                               
 

La inflación, canción del verano

Siempre me ha sorprendido que haya canción del verano y, por el contrario, no exista la del invierno o la del otoño. Aunque la canción del verano es una de las muchas cosas de nuestro tiempo que van en retroceso o en trance de extinción. Ay, aquellos tiempos de las canciones de Georgie Dann en las orquestillas de las terrazas de Benidorm, con "El chiringuito", con "La barbacoa", con algo que ahora sería tan políticamente incorrecto como "El negro no puede". (Sería "el afroamericano no puede" o "el subsahariano no puede".) Ya no hay más canción del verano que Rosalía y su "Motomami" llenando estadios. Pero son otros los canales de difusión de estas canciones del verano, cuando prácticamente han desapareciendo no sólo los vinilos y las cintas de casés de gasolinera, sino hasta los CD. Ahora los éxitos se cuentan no por miles de discos vendidos, sino por millones de reproducciones en Youtube, en Instagram, en Spotify.

Por todo lo cual estoy llegando a la conclusión de que sí, que existe canción de este verano de desgracias de 2022, pero completamente distinta a aquellos éxitos musicales estivales. La triste canción del verano de 2022 es la inflación, lo que cuesta llenar el depósito del coche para ir a la playa, el carrito del supermercado, los precios de los hoteles, las cuentas de los restaurantes, el precio de un helado o un refresco en una terraza. Esa es la verdadera canción de este verano. Y la de los incendios forestales. Pero, claro, como eso no te lo puedes bajar de Youtube ni te lo mandan por Instagram, no le echamos cuenta, y con todos los indicadores económicos que dan pánico para cómo será el otoño estamos gastando como si hubiese mañana, como si se fuera a terminar el mundo. La inflación importa poco en los aeropuertos a rebosar, en las playas llenas. "Gastad, gastad, malditos", parece la alegre e inconsciente canción del verano. Cuando se nos anuncia una canción todo lo contrario de aquella de "cuando llegue septiembre/ todo será/ maravilloso". De maravilloso, nada. Cuando llegue septiembre, cuando entremos en el otoño, aseguran los expertos y todos los indicadores que la inflación irá a más, el crecimiento económico a menos, el paro disparado, las hipotecas cada vez más altas. La luz será todavía más cara, porque habrá cada vez más problemas de suministro de gas, y con la sequía, tendremos incluso restricciones de agua. Esa es la canción que pintan para un terrorífico otoño, en el que paradójicamente nadie piensa, en este inconsciente "carpe diem" de gastar, gastar, gastar, sin reparar en precios, como si todo fuera igual que antes de estas desgracias que nos han caído todas de golpe, como una maldición bíblica. Cuando creíamos que teníamos superada la pandemia, no pensábamos que iban a llegar adversidades peores.

Cerrado por vacaciones.- No, esto no es como los negocios que se cerraron por culpa de las distintas crisis. Nos vamos de vacaciones durante todo agosto, y el artículo no volverá a estar con ustedes hasta septiembre, Dios mediante. Esperemos que la realidad sí haya seguido entonces a la canción y que todo sea maravilloso.

 

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