ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  28 de septiembre  de 2022
                               
 

Clientes y usuarios

Una vez que venía de hacer un mandado en Madrid planté en Atocha mi Observatorio Sin Trincar de la Lengua Cotidiana. Concretamente, en esa versión ferroviaria de Barajas en que han convertido la primera planta de salidas del Ave, que, como a España, ya no lo conoce ni la madre que lo parió. ¿Se acuerdan del 92, cuando los sevillanos teníamos lo del Ave en Atocha para nosotros solos, una maravilla, con tu bombonería de Fauchon y tu sala Vip donde te trataban como antiguamente en los aviones, sin bullas ni aglomeraciones? De la España del 92 lo que con mayor nostalgia evoco es el Ave recién estrenado, el de los vagones con tapicerías entre verdes y azules y moqueta en el suelo, sin masificar, al que todavía no le habían puesto el color morado, moraíto de martirio. Al Ave lo han puesto morado en el sentido estricto de la palabra. En principio podía ser un color sevillanísimo, Cuaresma pura. Un morado Valle, un morado La O, o un morado Quinta Angustia. Pero no. Es un morado Ave. Los sevillanos perdieron la exclusiva de Ave. Antes el sevillano llegaba a llegaba a Atocha, era un señor y estaba como en su casa, nos conocíamos todos:

-- Ees que cuando el 92 en el Ave sin masificar íbamos los que teníamos que ir, los de toda la vida: los del pelotazo con su maletín y nosotros con nuestra maleta de Vuitton. Y no como ahora, que nada más que va gentuza, canis viejorros y padres con niños chicos dando la lata.Ahora el sevillano llega a Atocha y se siente del montón, entre los de Barcelona, los de Toledo, los de Zaragoza, y hasta los de Puente Genil, que debe de ser el Ave con carnemembrillo.

Pero iba a lo del Observatorio Sin Trincar de la Lengua Cotidiana. Lo planté en Atocha cuando los altavoces (que los cúrsiles llaman "la megafonía") anunciaron no sé qué, dirigiéndose a "los clientes". ¡Ea, otra palabra al baúl de los recuerdos, "viajeros"! Oyendo los altavoces de Atocha, me acordé del pito, la gorra roja y la voz de los antiguos jefes de estación:

-- ¡Señores viajeros, al tren!

Los que iban en el exprés eran para la Renfe unos señores. Unos señores viajeros. Los que estamos ahora en Atocha somos para la Renfe unos clientes. Y esperando la salida del masificado Ave de Sevilla me puse a considerar sobre la destrucción del lenguaje. Menos mal que los altavoces de Atocha no se dirigen a los que venimos a Sevilla como "usuarios", que es la moda. En el empobrecimiento del lenguaje, somos usuarios en lugar de viajeros, pasajeros, clientes, compradores, peatones, conductores, contribuyentes. En todo centro oficial hay una oficina de "Atención al Usuario". Usuario del tren, usuario del autobús, usuario de la tienda, usuario de los grandes almacenes, usuario del teléfono, usuario del gas, usuario del coche, usuario de la calle. Las que protestan por nosotros son las asociaciones de Consumidores y Usuarios. Yo protesto por este empobrecimiento de la lengua, en el que el tren ha perdido la palabra "viajero" como el comercio perdió a los "viajantes". Aunque todos estemos muy viajados, cada vez hablamos peor.

 

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