ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  3 de noviembre  de 2022
                               
 

El último que apague la luz

En vez de lamentarnos por el cierre de los comercios tradicionales, la pérdida de carácter de lo que hasta ahora entendíamos por el centro, la desaparición de aquella Sevilla de aquel ambiente tan provincianito y agradable tan de toda la vida, deberíamos hacer una campaña de revitalización de esta ciudad que se nos muere en nuestros brazos. No es ya la conversión de Sevilla en un gran Parque Temático del Turismo, ni la sustitución de los establecimientos de siempre por las franquicias de esta hora, que lo mismo puedes estar en Sevilla que en Valencia. Más que turistificación o un proceso paralelo al de Venecia, Sevilla está sufriendo una hostelerización. Establecimiento tradicional que cierran es restaurante o bar que abren. Sobre todo, si tiene una amplia acera donde disponer de una buena terraza.

Yo ahora haría un llamamiento a los sevillanos para que se dejaran de lamentaciones y fueran a comprar a la Sastrería Galán, al Cronómetro, a Maquedano, a la Papelería Ferrer, a los pocos comercios de siempre que nos quedan. Antes que sea tarde y pase como con Joyería Ruiz. Se está dando con Sevilla como lo que contaban de los temerarios comienzos de Belmonte como novillero: "Date prisa en ir a verlo antes de que lo mate un toro". Dense prisa por ayudar a la Sevilla de siempre antes que los nuevos modelos de ciudad y de sociedad acaben con ella. Ya he perdido la cuenta de gorigoris de comercios que llevo escritos. Pero la clave me la ha dado el sastre Javier Sobrino, que cierra su clásico establecimientos de camisería después de 36 años ofreciendo moda y buena calidad, como cerró O´Kean en la Plaza Nueva, como miedo me da pensar en el inmediato futuro de Galán en la calle Sagasta si no vamos todos allí ahora mismo a comprarnos un chaquetón para los fríos que han de venir.

Ha dicho Javier Sobrino: «No sobrevivirá ningún comercio en Sevilla que no ofrezca algo que sea imposible conseguir en Internet». Y es verdad. Con esta Sevilla, que no es ya aquella Sevilla, no ha terminado la conversión de la ciudad en un Parque Temático del Turismo y la hostelerización de los mejores locales, como el del Aero Club en la Avenida últimamente, frente a la Catedral. Inflación y subida de la energía aparte, con los escasos medios de un pequeño comercio o de un autónomo no se puede luchar contra las ventas por Internet, contra el gigante logístico de Amazon, contra los precios de las grandes superficies, contra las ventajas de aparcamientos en los centros comerciales. Y en un centro donde, además, no se puede entrar con el coche y no hay aparcamientos públicos. Javier Sobrino ha hecho la mejor radiografía. Hay una Sevilla que se nos está muriendo en nuestros brazos, como el final de la "Epístola Moral a Fabio". La estamos matando entre todos, pero el principal puñal es Intenet. (Ah, y el Cine Cervantes, con más de 150 años de vida, también lo cierran.) El último que apague la luz, que está la electricidad muy cara.

 

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