ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  5 de noviembre  de 2022
                               
 

Ultraderechistas

Cuando escribo no sé cómo habrá acabado al final el casi empate electoral de las presidenciales del Brasil. Que no creo que tengan que recurrir al VAR futbolístico para darle la victoria a Lula da Silva, Bolsonaro reconozca su derrota y no se emperre en lo imposible como Trump. Pero durante los últimos días de la campaña electoral, en el día de las elecciones, en el anuncio de sus resultados y en las informaciones sobre la difícil transición brasileña a un continente americano que se ha teñido de rojo, me ha llamado la atención la general manipulación de los medios informativos audiovisuales españoles adictos al sanchismo. Los que con su falta de objetividad reafirman la permanencia en La Moncloa de quien no se va de allí ni con agua caliente, de quien pacta, negocia y hocica con quien haga falta con tal de permanecer en el poder, por no hablar del delito de sedición, por ejemplo.

Cada vez que han citado a Bolsonaro han antepuesto el descalificativo "el ultraderechista Bolsonaro". Y, por el contrario, cuando se han referido a Lula da Silva lo han citado, glorificado, como "el progresista Lula da Silva". O sea, que ya tenemos lo de siempre: la película (que ya no se proyectará en el Cine Cervantes) de "El bueno, el feo y el malo". Sin el feo. El bueno y el malo a secas. Todo aquel que sea medio de derechas o de derechas del todo, es estigmatizado como de "ultraderecha". El caso español de Vox es paradigmático. Creo que Vox es un partido más constitucional que pueda ser Ezquerra, pero no hay vez que lo citen que no lo llamen "ultraderechista" o lo sitúen en "la extrema derecha". A Juanma se le sigue afeando en Andalucía que a pesar de su "Tatuaje" (sin Concha Piquer ni Rafael de León) de los actuales 58 diputados, en la anterior legislatura pactara con Vox. ¿Qué digo con Vox? Con la ultraderechista Vox. Con la extrema derecha. Que aunque constitucionalmente sea tan legítima como cualquier otra opción con tal de que cumpla las reglas del juego, sufre el oprobio del etiquetado, código de barras y fecha de caducidad de lo democráticamente condenable.

A esos mismos de la "ultraderecha" no les escuchará usted jamás hablar de la "ultraizquierda" o de "la extrema izquierda" cuando Sánchez pacta con los partidos Frankestein que sí que lo son, y que no acatan la Constitución que quieren destruir y, con ella, el régimen de libertades de 1978. Y que, por descotado, no les da la gana, como a los independentistas catalanes, aceptar las sentencias del Tribunal Supremo, que toman como papel El Elefante. Y No Passssa Nada. Gozan de la absurda e injustificada superioridad moral de la izquierda y de ella se lucran, sin que nadie se escandalice. Cosa que ocurre si a Vox se le ocurre ayudar a formar gobierno en una autonomía. Pero que los antiguos etarras reciclados de Bildu, o los golpistas separatistas catalanes ayuden a Sánchez a formar Gobierno en Madrid, a aprobar los presupuestos y a aumentar la deuda pública, a nadie escandaliza. Hasta es un modelo para exportar: de ahí que no me haya sorprendido lo de Bolsonaro y Lula da Silva.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio