ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  25 de noviembre  de 2022
                               
 

Mala suerte de la Plaza de Armas

Como las personas, hay edificios con suerte y otros con desgracia. Esto le pasa a la antigua estación ferroviaria de la Plaza de Armas, que parece que le cayó el cenizo desde que el 29 de septiembre de 1990 salió del allí el último tren con destino a Madrid. Desde entonces, no ha levantado cabeza, y mira que ha habido inversiones y proyectos para reutilizarla y hacerla rentable. Algo tiene aquello que no acaba de arrancar. Ha salido desierto el concurso convocado por Adif para explotar este centro comercial...que nunca fue comercial. Tras la Expo del 92 y su uso como Pabellón de Sevilla tuvo algunos días de esplendor. Hasta un restaurante indio con cierto predicamento hubo, y bares, y multicines que pronto cerraron. Las tiendas que se abrieron llegaron a nada. Por más reformas y obras que le hicieran, no terminaba de tener éxito de público. Y mira que está en buen sitio: al lado del río, muy cerca del centro histórico. Y mira que el edificio, declarado BIC, es interesante arquitectónicamente. El proyecto fue del ingeniero José Santos Silva y su ejecución recayó en Nicolás Suárez y Albizu, ingeniero de la MZA. De estilo neomudéjar, dicen que inspirado en la Mezquita de Tánger y el Patio de los Leones de la Alhambra de Granada. Y su cubierta tiene todo el interés de la arquitectura del hierro del cercano Mercado de Entradores o del Puente de Triana. Ni por ésas.

A la estación de la Plaza de Armas nunca la llamaron así la Sevilla dual. Era "la estación de Córdoba", por el destino de los trenes que de allí partían. Como la estación de San Bernardo era "la estación de Cádiz", por el mismo motivo. Cada estación correspondía a una compañía ferroviaria, antes de la unificación de la red tras la guerra con la Renfe. San Bernardo era de los Ferrocarriles Andaluces; la Plaza de Armas, de la MZA, siglas de Madrid-Zaragoza-Alicante, destinos principales de esta compañía. De las dos estaciones, siempre fue Plaza de Armas la más famosa, de donde partía el lujoso expreso de Madrid con sus coches-camas y donde llegaban todos los personajes importantes que venían a Sevilla, entierro de Joselito incluido. Tenía animación, una magnífica librería, coches de punto y taxis siempre a la puerta esperando viajeros. Mucha más vida que la estación de San Bernardo.

Pero mientras la antigua estación de San Bernardo ("la estación de Cádiz") he recobrado perfectamente su nueva vida reutilizada con un gimnasio e instalaciones deportivas, aparte de un sector dedicado a los puestos del cerrado Mercado de la Puerta de la Carne, la antigua Plaza de Armas no revive por mucho que se empeñe Adif. Tiene mal fario. No hay quien le meta mano y se anime a dar vida a su Centro Comercial, de 8.809 metros cuadrados, que tiene además el aliciente de 1.279 metros cuadrados para veladores. Ni por los veladores. Cuando las obras previas al 92 derribaron el muro de Torneo, soterraron las vías del tren y libraron a Sevilla del famoso "dogal ferroviario", a la Plaza de Armas le cayó la china de la mala suerte. Había quien decía que hubiera sido mejor dejarla como terminal del AVE, en lugar que construir San Justa. Quién sabe...

 

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