ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  28 de noviembre  de 2022
                               
 

Quiero un Macron para los toros

En la cantinela medio rimada de nuestra Geografía escolar se decía que España limitaba al Norte con el Mar Cantábrico y "con los Pirineos, que nos separan de Francia". Y tanto. Nunca nos han separado tanto los Pirineos de Francia: ni cuando sin Espacio Schengen había fronteras y aduanas entre ambos países. Cuando veo las diferencias entre España y Francia en materia de identidad nacional me dan ganas de pedir que me presida Enmannuel Macron.

En Francia sería impensable que ocurriese lo que en esa parte constitucionalmente irrenunciable de España llamada Cataluña, donde aunque lo han sentenciado los más altos tribunales, los alumnos de las escuelas no pueden estudiar en la lengua nacional del Reino. ¿Se imaginan que los niños franceses no pudieran estudiar en francés? Pues eso ocurre en España, con grave quebranto de la lógica y de la Historia, y no hay forma de que haya ningún presidente que, en plan Macron, diga que todos los niños de cualquier región de España, por mucha respetable lengua cooficial que tengan, deben estudiar en castellano. Unos kilómetros más allá de La Junquera, todo es la normalidad de la lógica frente a las imposiciones ideológicas separatistas. Como unos kilómetros más allá de La Junquera a nadie se le ocurriría derogar del Código Penal el delito de sedición para beneficiar a unos golpistas que quisieran destruir Francia.

¿Y los toros? Ojalá tuviéramos aquí en España un Macron que los defendiera con esa gallardía y vergüenza torera. Ha habido un intento de acabar con los toros en Francia. En la Asamblea Nacional se ha presentado una propuesta de ley para prohibirlos. Pero ni a votar se ha llegado esa descabellada propuesta de Francia Insumisa (LFI), partido de izquierda radical ecologista de Aymeric Caron. Antes del día de la votación, Macron fue tajante y claro, arriesgándolo todo en defensa de los valores de lo propio: «No va a haber prohibición. No es la prioridad del momento. Francia no prohibirá las corridas de toros, que forman parte de nuestras tradiciones populares». ¡Óle! ¡Igualito que aquí ha hecho Sánchez con los toros en Cataluña, en Oviedo y mucha otras ciudades prohibicionistas! Porque tal como lo aventuró Macron ha sido. El diputado ecologista antitaurino ha retirado su propuesta: «Las más de 800 enmiendas hacen imposible llegar a un voto, estoy obligado a retirar este texto. Debo rendirme a la evidencia de que no podemos abolir hoy los toros».

Seguirá habiendo toros en Francia, en Arlés, en Mont de Marsan, en Dax, en Bézier, en la romana arena de Nimes. En todo ese Midi que tan bien conocen los toreros y ganaderos españoles, algunos de los cuales lidian más en Francia que aquí. Y pasará como con la lengua, la misma contradicción. Si los toros están prohibidos en esa parte de España que es Cataluña, basta cruzar los Pirineos para poder ver en todo su esplendor la Fiesta Nacional que aquí prohibieron como símbolo de lo español y Macron en cambio reconoce como una irrenunciable tradición popular francesa.

 

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