ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  6 de diciembre  de 2022
                               
 

Celebrar lo que no se cumple

Siempre suele ocurrir lo mismo. Que los grandes logros de la Humanidad, conmemorados como días festivos, se convierten con el tiempo en una oportunidad para hacer puente en el trabajo, para irse de viaje baratito de oferta o para hacer en casa todo aquello que se nos ha ido acumulando y con las obligaciones del trabajo no hemos podido hacer. Así ocurre hoy con el Día de la Constitución. Que podía ser el Día de la Nicolasa. Sí, igual que la Constitución de Cádiz es La Pepa porque fue promulgada el día de San José de 1812, la que celebramos hoy podía haber sido bautizada popularmente como "La Nicolasa", porque precisamente fue en la fiesta de San Nicolás de Bari sometida a referéndum del pueblo español en 1978. Sometida a referéndum y aprobada por abrumadora mayoría. Y en muchos territorios españoles que ahora reniegan de ella y hacen todo lo posible por hacer desaparecer su espíritu y todo cuanto de concordia, de unidad nacional, de respeto por las ideas ajenas, de igualdad, se consiguió con aquel texto. Sorprende echar la vista atrás y ver los porcentajes referendarios positivos de aprobación de la Constitución en muchos lugares que ahora son punta de lanza del independentismo y de las iniciativas radicales de ultraizquierda para acabar con el que, por la Carta Magna, llaman "Régimen del 78".

Pasa con la fiesta de hoy lo que con muchas otras, religiosas, del calendario. Hay quien se las da de agnóstico, niega la existencia de Dios, despotrica contra la Iglesia y los curas y contra el Papa de Roma, pero cuando llegan los días festivos de la Navidad, conmemorativos del Nacimiento del Salvador, bien que se aprovechan de que son fiesta. Si hubiera nada más que cien gramos de la coherencia que falta en España, cuando llega, por ejemplo, el día de la Navidad, estos negacionistas de la fe cristiana deberían decir, si fueran consecuentes: "No, yo mañana día 25 de diciembre voy a trabajar, porque no creo en Dios ni en nada de lo que dicen que pasó en Belén".

Con la Constitución debería pasar igual. Igual que cuando se celebra en Madrid la Fiesta Nacional del 12 de octubre no suelen acudir a la parada militar ni a los actos oficiales del Reino los presidentes de Cataluña y del País Vasco, en esos pueblos rabiosamente separatistas de ambas regiones debería ocurrir igual si fuesen consecuentes. Si están contra la Constitución, y no la cumplen ni aunque lo ordenen sentencias judiciales, y están contra los principios de unidad territorial nacional que supone, ¿por qué se lucran de que hoy sea fiesta no laborable y están encantados con que no haya currelo y de hacer puente? Menos celebrar y más cumplir: "No, yo hoy sí voy a trabajar, porque estoy contra la Constitución". Y si no quieren cumplir la Constitución, ni la tienen en cuenta, por más que en 1978 sus padres y abuelos la aprobaran en el referéndum por grandes mayorías, ¿a qué celebrar como festivo el 6 de diciembre? Esto se llama incoherencia. Empezando, ojo, por el propio presidente del "Gobierno de España" como les gusta repetir. Quizá sea Pedro Sánchez, el gran incumplidor de la Constitución y motor de la destrucción del Régimen del 78, quien menos tenga que celebrar este día del 6 de diciembre.

 

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