ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  11 de diciembre  de 2022
                               
 

No creo que haya crisis

Como cuando San José y la Virgen no encontraban posada en Belén, lo que no hay forma de hallar en estos días en España es un restaurante o un bar con buena terraza cubierta donde celebrar la comida de empresa de Navidad. Todo lleno. Todas las reservas cubiertas, y dicen en la hostelería que las cifras de beneficio de estas celebraciones empresariales entre compañeros son muy superiores a las que se registraban antes de la pandemia. (Pandemia que no ha pasado, sostengo, porque sigue habiendo casos y más casos de coronavirus; lo que ocurre es que no se dan a conocer las cifras de afectados, hospitalizados, ingresados en la UCI y fallecidos, ni sale el Tío de la Rebequita para contarlo, porque al Gobierno no le interesa ya cuanto no sea desmarcarse del PP ante las elecciones autonómicas y municipales de mayo.)

Nos atosigan con el negro panorama económico del precio de la luz, la influencia de la guerra de Ucrania en el gas, el imparable ascenso del euríbor, la cesta de la compra, el paro, la subida del IPC, las negativas predicciones del Banco de España o del Banco Central Europeo, la subida de los alquileres o la inflación. Parece que se refieren a otro país, porque nunca las calles estuvieron tan llenas como en estos días, colapsadas de gente en las iluminaciones. Ni nunca se derrochó tanta electricidad en estos adornos callejeros luminosos municipales de las ciudades, todos como Vigo, no sólo del centro, sino de los barrios más alejados, que otros años estuvieron a oscuras. -

¿Y los viajes? ¿Desde cuándo no salían o llegaban en un mismo día tantos aviones al aeropuerto de Barajas? Y quien dice de Barajas dice El Prat o dice Málaga. Nunca he visto que tantos españoles se hayan ido de vacaciones al extranjero en un largo puente como en este de la Constitución y la Inmaculada, donde quien no ha ido a Roma ha ido a París o a Londres, a pesar del Brexit. Y los trenes, quitando la picaresca de los beneficiados por el bono gratuito que reservan asiento y no se presentan, nunca tuvieron tan pocas plazas libres. Como nunca estuvieron tan llenos los hoteles o las casas rurales. No he visto más excesos en el gasto que en esta semana del largo puente que ahora acaba, colas en los monumentos para las visitas turísticas, colas en las administraciones de loterías, colas en las plazas de abastos, colas para todo.

Habrá crisis, aseguran, pero aquí no se nota, porque la gente nada más que piensa en viajar y en comer en la calle. En gastar dinero. Como si se fuera a acabar el mundo. Como si la presente fuera la última Navidad de su vida. Gastos compulsivos, con los centros comerciales repletos y sus aparcamientos con el "Completo" durante todo el día. Nadie habla de la renovación del Consejo del Poder Judicial, ni de la derogación del delito de sedición a beneficio de los golpistas catalanes, ni de esa malversación de fondo de nueva planta que está al caer a beneficio de Griñán, buena o mala según se mangue el dinero para la propia buchaca o para el partido. Viendo cómo la gente gasta tan desaforadamente comiendo en la calle y viajando, venga a viajar, no me creo que haya crisis. Eso de que hay crisis económica, y de las gordas, seguro que es otro invento del PP. Lo dirá Sánchez de un momento a otro.

 

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