ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  27 de diciembre  de 2022
                               
 

Cada vez menos tarjetas

Como las corridas de toros, las presentes Pascuas de Navidad y Reyes tienen sus rituales tercios. El primero empieza cada vez antes. Antes incluso del Black Friday con que lo inician los americanos, y olvidándonos del Adviento, tan fielmente seguido en otras naciones europeas de tradición cristiana, con sus almanaques de golosinas que vienen a ser para los niños como un anticipo de los Reyes Magos. Ese es el primer tercio de las Pascuas, con sus comidas de empresa, sus iluminaciones callejeras municipales, sus bullas al atardecer para ver las novedades del encendido como si fuese el de la portada de Feria.

Luego viene el segundo tercio de las Pascuas, que comienza en la Purísima y acaba precisamente ahora, cuando ya ha venido el Salvador a hacerse Niño Dios en Belén, se han visitado los nacimientos, se ha celebrado la cena familiar de la Nochebuena, ya se han hecho los regalos que cada vez desplazan más en esa fecha a los tradicionales de los Reyes Magos. Y nos queda el último tercio, que irá desde la Nochevieja al paso de la última carroza de la Cabalgata del Ateneo, la del Rey Negro, la que suele llevar en su trasera un "Gracias, Sevilla" que dice mucho más de cuanto puede leerse en esas dos palabras.

O sea, que estamos al final del que hemos llamado segundo tercio de las Pascuas, y pronto sonarán los clarines de su cambio. Y en este tiempo hemos sacado en consecuencia la evolución de las costumbres, y cómo cada vez se reciben menos tarjetas de felicitación de Navidad y más mensajes impersonales por el teléfono móvil, como sacados de la lista de un "mailing" publicitario. Haga la cuenta: ¿cuántas tarjetas de felicitación de las Pascuas ha recibido este año? ¿A que bastante menos que el pasado? ¿Y a que casi ninguna manuscrita de un amigo o de un pariente, sino todas de empresas y comerciales, o de instituciones que lo tienen en su lista de envíos protocolarios? Quienes han salido ganando han sido los carteros, que hasta hace unos años cargaban con autenticas carretadas de sobres con tarjetas de felicitación de la Navidad, con reproducción de cuadros famosos, o dibujos de nueva planta, o meras fotografías comerciales. Los carteros cada vez tienen menos trabajo en Navidad, mientras que los teléfonos móviles echan humo. El cambio de costumbre pudo observarse hace algo así como diez años, cuando aún no se habían popularizado WhatsApp, Facebook, Twitter o Instagran. Lo recordarán perfectamente cuando empezaron a llegarnos las primeras felicitaciones por mensajes SMS al teléfono móvil, que luego fueron aluvión. Pero como estos mensajes costaba el dinero a quien los mandaba y eran un negociazo para las operadoras telefónicas, pronto fueron sustituidos por los mensajes a través de las emergentes "redes sociales", que son las que ahora traen todo lo que hemos aliviado en trabajo a los carteros. Que deben de ser los más contentos con este cambio de costumbres. En el que como todo el mundo cree que estás en su lista de contactos, te llegan felicitaciones sin firma desde números que desconoces, de personas que no sabes ni quiénes son, aunque ellos se crean que los identificas perfectamente. Pues a todos, feliz entrada de año y que 2023 nos sea leve. Que no va a serlo.

 

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