ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  26 de marzo  de 2023
                               
 

El galeón de la lengua

Cuando acababa de publicar "Cien años de soledad", Gabriel García Márquez le dijo a Miguel Fernández-Braso en un libro de conversaciones: "Cádiz parece que está siempre esperando el último galón". Este galeón de sueños de la certera imagen de Gabo llega mañana a Cádiz, cargado de la más preciada mercancía: la lengua española. El IX Congreso Internacional de la Lengua Española que habría de celebrarse en Arequipa fue urgentemente trasladado ante la situación política del Perú, y pudo cumplirse así la iniciativa que venía solicitando la Asociación de la Prensa de Cádiz. Desde mañana, Cádiz es la capital mundial de la lengua española hablada en "ambos hemisferios", como señalaba la Constitución de 1812, germen de la emancipación e independencia de las antiguas colonias de la América virreinal española.

El Congreso, entre otros asuntos, se ocupará del mestizaje e interculturalidad en la comunidad hispanohablante. Y no hay ningún lugar del mundo hispánico más adecuado que Cádiz para el Congreso de la Lengua Española. No sé si Cádiz es la ciudad más americana de España o la más española de América. Aunque muchos estén empeñados en borrar su memoria, recuerdo las palabras de José María Pemán: "Cuando se perdió Cuba fue como si a Cádiz se le hubiera muerto alguien de la familia".

Otro de los temas de las sesiones plenarias del Congreso es "El habla viva y creativa de Cádiz como argumento para una candidatura". Igual que hay cantes de ida y vuelta, como las guajiras o las colombianas, en Cádiz hay un habla de ida y vuelta. Voces que no se usan en el resto de España, puros americanismos, están hasta tal punto vivas en Cádiz, que hay que haber estado mucho tiempo en la Cuna de la Libertad para saber su significado. Para muchos, incomprensible. Un "gargajillo" es una sandalia de goma para poder andar por las piedras de La Caleta, "que es plata quieta". La "montera" no es la del torero, sino la cristalera que cubre los viejos patios de mármol con su veneciano brocal de mármol del aljibe. "Cierro" no es el del verbo "cerrar", sino la blanca maravilla de blanca madera y cristal de los miradores que preservan a los balcones del viento de Levante. "Rasca" no es del verbo "rascar", sino un frío intenso, aunque "en Cádiz no hace frío, hace humedad". Un "alfiler de palo" es una pinza de la ropa. Una "accesoria", sino el anexo a local comercial. "Guachisnai", el turista que no habla español. El "gadita", la esencia del gaditano. Todo un mundo vivísimo de palabras de ida y vuelta. Como aquel viajero que llegó a la estación de ferrocarril, tomó un taxi y dijo que lo llevara al puerto. Y el taxista enfiló para El Puerto de Santa María. Cuando el viajero vio al final del trayecto que no estaba en la estación marítima, sino en la ciudad del Guadalete, le protestó al chófer. Que le respondió: "Haberme dicho que lo llevara al muelle, hombre. ¿Usted no sabe que en Cádiz no hay más puerto que el muelle?".

 

 

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