He dejado pasar un día para que se me pase el susto y me entre el cuerpo en caja. ¿Que por qué? Porque estaba sentado, pero, si no, me caigo de espaldas cuando José Luis Sanz, tras recibir la medalla y la vara de mando de alcalde, comenzó su discurso de investidura citando unas palabras de servidor: «Sevilla es un sueño de los sevillanos, y quizá esto de ser sevillano sea una actitud ante el mundo, una forma de mirar el mundo». De haber vivido mi abuela Tomasa, una modestísima funcionaria municipal en los servicios de las oficinas de la calle Pajaritos, se hubiera puesto orgullosísima de que el propio alcalde citara a su nieto. Y mi madre, la zapatera del Niño de la Virgen de los Reyes, aparte de haberse puesto igual de orgullosa, me hubiera dado el consejo que solía en ocasiones semejantes a este honor inmerecido de Sanz:
-- Ea, hijo mío, pues ahora, unos poquitos de enemigos más...
Como ser sevillano es una forma de mirar el mundo, aquí se ve cómo en nuestra ciudad la envidia a veces deviene en enemistad gratuita. Y más enemigos que me deben de haber salido, porque la generosidad del alcalde me antepuso a sus otras dos citas, de Antonio Gala y de Luis Cernuda, cualquier cosa. Así que, señor alcalde, ya estoy preparado para todo. "Ad utrumque paratus", como dice el azulejo del león de la puerta del Alcázar a la que da nombre y que diseñó José Gestoso, vulgo La Venera. Yo me siento orgulloso del alcalde de mi ciudad. Y más del "8 de 8" que su partido han sacaddo en las alcaldías de las capitales de las ocho provincias andaluza. Así como de la consolidación del nuevo vuelco hacia el liberalismo del centro-derecha que supone este triunfo municipal generalizado, tras la mayoría absoluta de Moreno Bonilla en la Junta, donde acabó con los casi cuarenta años de Régimen clientelar del PSOE de los ERE, partido que habia tomado a Andalucía como algo propio, su cortijo y su granero de votos.
Estoy preparado a todo, señor alcalde, porque quizá haya oído vuecencia, como yo lo he escuchado ya, que en su discurso de toma de posesión ha abordado todos y cada uno de los problemas con los que tiene que enfrentarse, que le enumeraba el sábado en el artículo "Suerte, señor alcalde". Si antes me llamaban "facha" sin haberme movido de donde estaba, siempre por la libertad, cuando venían a buscarme los policías franquistas de la Brigada Social para llevarme a los calabozos de La Gavidia o los pistoleros de la ETA para quitarme del tabaco, ahora me llamarán cosas peores, como colaborador necesario del alcalde para perpetuar la Sevilla rancia.
Así que muchas gracias por la generosa cita de vuecencia y que se hagan realidad todos los nobles sueños de sevilllano de aquel autorretratado niño de La Alfalfa que estudiaba en Porteceli y que es hermano de La Candelaria y del Señor Caído de la Costanilla. Pero, por favor, recuerde que otro sevillano, San Fernando, llevaba nuestro mismo sueño. No le quite su fiesta, aunque cambie el calendario de la Feria lo que sea necesario.
Correo
Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico
