ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 5 de septiembre  de 2023
                               
 

La cuesta de septiembre

En Sevilla, que Pedro Salinas describió tan llana como la palma de la mano, hay cuatro cuestas: la Cuesta del Rosario, la Cuesta del Bacalao, la cuesta de enero y la cuesta de septiembre. Ahora estamos empezando a subir la última, que únicamente tiene de bueno que este mes no hay que pagar (todavía) el segundo plazo del IRPF anual ni el trimestre del IVA.

La cuesta de septiembre se caracteriza por las quejas del personal sobre los precios al final de las vacaciones de agosto, sobre todo por los costos del material escolar de los niños en la vuelta al cole. Uniformes, libros, mochila, cuadernos, ropa de deporte, todo está más caro que el año pasado y la gente se queja. Como se queja de los precios del supermercado a la vuelta de las vacaciones, comparando con lo que costaban los mismos artículos antes del verano, o antes de la guerra de Ucrania y de la sequía. Lo que me choca es la suprema contradicción de que los mismos que se quejan de los precios del material escolar de los niños para el nuevo curso son los que se gastan alegremente, sin rechistar, el dinero en los bares y en las terrazas llenas, en los restaurantes donde no te pueden dar reserva porque lo tienen todo completo. Nadie que protesta por los precios de la vuelta al cole dice nada de lo que cuestan las raciones de gambas. Comer y viajar son dos objetivos fundamentales en los que no se repara en precios, como si lo regalaran. A algunos que he escuchado protestar por los precios del supermercado les ha oído comentar poco antes:-

-- Pues hemos hecho un crucero maravilloso, por los fiordos noruegos, y no hemos sentido nada del calor que nos han dicho que habéis tenido que pasar aquí. Y nuestros hijos se lo han pasado estupendamente en Bali, que tenían muchas ganas de ir y por fin este año han viajado, porque lo han hecho por una agencia que se paga a plazos.

Los países nórdicos, Bali, Croacia, Italia, Londres, París, algunos incluso las Maldivas, como han visto que está de moda en las "influencers". Y de chiripa no les ha cogido en Tailandia el asesinato del cirujano Arrieta. En la general preocupación por lo mal que está la economía y por las fatigas que nos quedan que pasar todo el año y en la legislatura que viene, observo que ha habido como una "tregua de verano" y a la gente no le ha importado gastar el dinero que quizá no tiene. Ya se pagará. Es lo último que me quedaba por conocer: estos que se entrampan y hasta piden créditos personales para irse de vacaciones, tal como está el patio y "con la que está cayendo", como se dice en Tertulianés. Después discuten por un euro más en el precio del aceite de oliva virgen, que verdaderamente ahora es auténtico "oro líquido", con la cosecha escasa por la sequía y la botella a diez euros. En esto, como en la política, también hay dos varas de medir: en viajar y en comer no se repara en gastos, pero se mira el céntimo en los libros escolares. Si en vez de manuales, diccionarios, carpetas, cuadernos y rotuladores fueran gambas, no habría el menor problema en pagar lo que fuera.

 

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