ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 19 de septiembre  de 2023
                               
 

Cuatro ficus monumentales

Tras lo ocurrido en el atrio de San Jacinto y en La Encarnación con los ficus caídos, habrá que declararla especie vegetal peligrosa, como esas razas agresivas de perros. Qué lástima, con la sombra que da, con lo sevillanísimo que es, con su gran porte de árbol, no sabíamos el peligro que tenía el ficus hasta que han empezado a caerse uno detrás de otro, con el riesgo de que por su corpulencia puedan matar a alguien. Y eso que gracias a Dios no hemos tenido en Sevilla las "danas" de otros lugares de España y de Andalucía, ni grandes vendavales. Pero ahí están esos casos de ficus abatidos. Una pena de árboles. Como digo, sevillanísimos. Por sus hojas lustrosas y lanceoladas, hay quien los confunde con los cernudianos magnolios. Pero es muy fácil distinguirlos por sus raíces aéreas, que a veces llegan hasta el suelo. Y también por sus grandes raíces terrestres, que emergen del suelo como brazos de cemento de monstruos de historias de terror.

En Sevilla tenemos muchos ficus centenarios y monumentales. Tan interesantes, que merecerían una especial atención y revisión, antes de que sea tarde y los tiren el viento, un temporal de agua o el tiempo irreparable. Cien años son suficientes para declarar antigüedad cualquier objeto de arte, y los ficus de las calles de Sevilla merecen esa calificación.

En este punto quiero llamar la atención especialmente sobre los cuatro ficus monumentales de la Plaza del Cristo de Burgos, antigua de Argüelles, a la que muchos llaman impropiamente de San Pedro. En la plaza del Cristo de Burgos tenemos los cuatro ficus gemelos más hermosos de Sevilla. Como devoto y antiguo nazareno del Señor, se me figuran como los cuatro hachones de las esquinas de su paso en versión vegetal, que están allí todo el año como recordándonos el Miércoles Santo por la noche, cuando la plaza está apagada impresionantemente y la cofradía, tan ejemplarmente seria, tan castellana, tan nuestra, regresa a su templo mientras se oye a lo lejos la marcha fúnebre que la banda de palio le viene tocando a Madre de Dios de la Palma por Sales y Ferrer.

De estos cuatro ficus de San Pedro dice José Elías Bonell en su fundamental obra de 1983 "Plantas y Jardines de Sevilla": "Principal atractivo vegetal de la plaza son los cuatro grandes "cousapoa dealbata" [nombre científico de la especie], plantados en las cuatro esquinas del rectángulo que la forman. Estos árboles fueron plantados en 1925-1930, traídos del macetero del Parque de María Luisa". Elías explica que esa plaza se llamó a principios del XVII de los Descalzos, por el cercano convento desamortizado de los Trinitarios Delcalzos. Y que en ella estuvo la primera Fábrica de Tabacos de España y luego un cuartel, derribados en 1840, dando origen su solar a la actual plaza, reformada en diversas ocasiones. No es el primer caso de unos ficus plantados en una plaza de nueva formación resultante de palanqueta. Pero ninguno como estos cuatro ya casi centenarios de la plaza del Cristo de Burgos, que merecen revisión y cuidado a fondo, no vaya a ocurrir que cualquier día se caigan como el de San Jacinto o el de La Encarnación.

 

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