ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 29 de septiembre  de 2023
                               
 

El Hermano Pablo, seminarista

Mira que hay órdenes religiosas con hermanos legos y con miembros ordenados sacerdotes. Mira que en ellas, sólo entre los que siendo profesos no tiene sagradas órdenes, habrá legos que se llamen Pablo. Pues en Sevilla no hay pérdida: dices "el Hermano Pablo" y todo el mundo sabe que te refieres al que fuera secretario del cardenal-arzobispo, fray Carlos Amigo Vallejo. Bueno, secretario y algo más que secretario: chófer, mayordomo, intendente de su casa, acompañante eterno, solucionador de problemas. El Hermano Pablo fue un hombre prudente, modesto y eficaz junto a la gran personalidad del cardenal Amigo, arzobispo de Sevilla entre 1982 y 2009. Como San Fernando fue ganado por Sevilla el Hermano Pablo también lo fue, en los muchos años que sirvió al arzobispo. Permaneció aquí tras la muerte de monseñor Amigo. Estoy por decir que Amigo Vallejo tiene una doble presencia en Sevilla y ambas ligadas al nombre del apóstol de los gentiles: su enterramiento en la capilla de San Pablo, junto a la Capilla Real de la Catedral, y la permanencia en la ciudad de su fiel servidor el Hermano Pablo, tras la muerte de su arzobispo y señor.

Hay en Sevilla ha rara especie de personas: los que le caen bien a todo el mundo y no tienen enemigos. A este grupo pertenece el Hermano Pablo, Pablo Noguera Aledro, que no es de la misma orden franciscana que Amigo como todo el mundo creía, sino de otra, la Congregación de la Cruz Blanca, dedicada a la asistencia a enfermos, impedidos y dependientes, que le ordenó venirse a Sevilla para trabajar con el que en aquellos primeros años 80 del siglo pasada era su arzobispo, recién llegado de Tánger.

Al hermano Pablo le ha concedido la Iglesia la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice; Sevilla, la medalla de la ciudad; y Medina de Rioseco, tierra natal de Amigo Vallejo, el título de hijo adoptivo. Pero Sevilla le ha dado otro título mucho más valioso: el reconocimiento, cariño y respeto de todos. No he visto persona más humilde y a la vez más eficaz. El Hermano Pablo, cuando trabajaba para Don Carlos, estaba en todo. Sabía navegar por las turbulentas aguas de Sevilla como nadie, y quizá parte de la popularidad del Cardenal se la debía a él. Fue el secretario perfecto, pendiente del mínimo detalle, atento a todo, sin que se notara. Ojalá muchos secretarios de dirección y jefes de relaciones institucionales aprendieran del Hermano Pablo y de su discretísima ayuda al lado del Cardenal Amigo.

Hace unos días, la Archidiócesis informaba de algo que nos parece insólito, pero totalmente lógico. Como no andamos muy bien despachados de vocaciones sacerdotales, la Iglesia hispalense anunciaba con gozo que para este curso habían ingresado cuatro nuevos aspirantes a sacerdotes en el Seminario. Sí, sólo cuatro. Pero uno de ellos no es nuevo en esta plaza. Este futuro sacerdote de Sevilla es el Hermano Pablo Noguera, recién ingresado en el Seminario que creó Amigo Vallejo. Será el mejor recuerdo que en un futuro próximo nos dejará Amigo Vallejo: al Hermano Pablo de párroco en su Sevilla, bien ganada con su efectivo y silencioso trabajo.

 

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