ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de octubre  de 2023
                               
 

Toquetear la Plaza Nueva

Juan Ramón Jiménez, que de muchacho fue estudiante de Bellas Artes en nuestra ciudad, quería que Sevilla fuese proclamada "Capital Universal de la Poesía". Nunca fue así. Una pena. Se podía haber cambiado el NO8DO de las armas chicas por un verso juanramomiano que, a la vista de cómo se ruedan las cosas en Sevilla, habría sido más conveniente: "No la toques ya más,/que así es la rosa". Porque a Sevilla no hacen más que toquetarla. Queriendo mejorar lo inmejorable, vamos a menos en muchas cosas. Entre otras, en el propio modelo de ciudad, no formulado nunca. Sevilla es como es por azar, porque mira que se han empeñado en cargársela desde hace siglos. Cada vez que leemos el anuncio de un proyecto municipal para cambiar algo nos preguntamos: "¿Es necesario y lo más urgente que hay?".

Tal me ha ocurrido con el (descabellado) anuncio de remodelación de la Plaza Nueva. ¿Es necesario remodelarla, si ya no es ni sombra de lo que fue, entre otras cosas por el desplazamiento del centro de la ciudad? ¿Dónde está el centro de Sevilla? Antes era muy fácil: ir a la calle José Gestoso y ver la concha de La Venera que le dio nombre, Kilometro Cero de Sevilla, señalamiento del punto cuya cercanía determina el comienzo de la numeración de gobierno de las calles. Sevilla se ha expandido ahora en cien centros, hasta en Nervión Plaza, Lagoh o Los Arcos. Lo que fue su centro histórico, salvo de un par de calles, está cada vez más languideciente y muerto, vaciado de vecinos, fenecido como vida de barrio, y lleno de hoteles y de apartamentos, todo a mayor gloria del Gran Parque Temático del Turismo.

A la Plaza Nueva no hace falta remodelarla, sino darle vida, que no sea un espacio para ferias librescas o artesanales. Desde que cortaron la circulación por el Avenida y Tetuán y peatonalizaron todo el centro, es un lugar muerto donde hasta ha desaparecido el comercio de lujo que en plan Calle Serrano tenía y le daba vida. A la Plaza Nueva, por otra parte, salvo el edificio en cuyos bajos está la capillita de San Onofre, no le queda nada de su concepción arquitectónica original, del urbanismo isabelino que se impuso como unidad de todo el conjunto, tras el derribo del Convento de San Francisco. Ni oficinas bancarias quedan en la Plaza Nueva, que antes fue centro de animación movido por el transporte público, intercambiador de líneas de tranvía primero, terminal de paradas de autobuses luego. Aquella Plaza Nueva con sus quioscos y sus sillas de hierro aún con el anagrama "EIA" (Exposición Ibero Americana) en el respaldo, sus tertulias, sus niños jugando y correteando, sus criadas, sus soldados, su puestecillo de agua, hasta un poste de gasolinera había frente a la esquina de la Telefónica, donde se iba a poner conferencias con Madrid.

La Plaza Nueva quedó sin vida al desplazarse el centro. No hay que remodelarla en nada, porque ya no es aquella "Plaza Nueva,/Plaza Nueva,/plaza vieja para mí" del verso de Cavestany. Ya es un lugar que apenas conserva el recuerdo de lo que fue. Cuando Sevilla escribe otra historia en su palimpsesto, no hay remodelaciones que valgan, más que la evocación de la memoria de todo lo que perdimos.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio