Estaba
muy preocupado. Mientras la Mafia rusa toma en Marbella el caviar en latas tamaño kilo de
caballa del Consorcio Almadrabero, en Moscú no hay esquinas suficientes para tanto pobre
de pedir. Las solemnidades del Kremlin, cambiadas por pobres de solemnidad. Los índices
de las bolsas vienen en la sección de Espeleología. La medalla del amor al dinero dice:
"Hoy valgo más que ayer, pero menos que mañana". El señor Dow Jones, que era
de la NBA, ha entrado en la cuadrilla de los Enanitos Toreros. Estaba preocupado porque
Alemania, siendo Alemania, empezaba a estar tiesecita. Los efectos del tapón del
botellón del vodka de Yeltsin habían llegado hasta el saque de la apertura de la bolsa
de Tokio. Hasta tentado estaba de coger la calculadora para ver cuánto es en yen la ruina
que tenemos en lo alto sin comerlo ni beberlo, porque no tomaron la precaución, amigo
conductor, de hacer soplar el globito del control de alcoholemia a Yeltsin. Si bebes, no
conduzcas un ex-imperio a la bancarrota.
Pero mis preocupaciones se han
quitado de golpe. Tranquilo, Jordi, tranquilo. He oído a Rodrigo Rato, y sé ya que todo
eso de la crisis es por ahí fuera. Aquí siempre tenemos la dicha de contar con un señor
que nos dice que constato que no me afecta. Cuando el mundo se hunde, España va divina.
Es como lo de Franco en 1973. En plena crisis del petróleo, en una Europa con los
escaparates apagados y los coches sin gasolina, el dictador dijo que aquello no nos
incumbía, que España iba divina gracias a la paz y a los planes de desarrollo, y, hala,
a derrochar energía... Luego vino la que vino, porque como Franco ignoró la crisis del
73, no levantamos cabeza hasta la bonanza económica del 82 y tuvimos que hacer la
transición con aquellos pelos. Ahora, igual. Constato que a Rato no le afecta. Esas cosas
son siempre de por ahí fuera...