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Un
grupo de jóvenes arquitectos de Sevilla se ha entrevistado con
el alcalde, dentro del debate abierto sobre el futuro de la
ciudad. Dicen los jóvenes arquitectos que la sevillanía es una
traba para el desarrollo urbanístico y arquitectónico. Menos
mal que hay quien demuestra pulso y que los arquitectos jóvenes
están en todo lo suyo, que es aborrecer del pasado para
construir, edificar y firmar los proyectos del futuro. En
Sevilla, por suerte o por desgracia, la nueva arquitectura pasa
por Pavón el Derribista. La ciudad es un manto de Penélope
(cruz, qué cruz) de la destrucción y de la renovación. En
Arquitectura nada se crea ni de destruye, sino que se derriba y
recalifica. El debate de los nuevos arquitectos es tan antiguo
como la ciudad misma. No se olvide que fue un arquitecto, y
señero, Rodrigo Medina, quien convenció a la burguesía
sevillana para que dejara sus casas del centro y se fuera a
vivir más cómodamente a Los Remedios o al Prado. Tuvieron que
venir Víctor Pérez Escolano y Luis Uruñuela con el Modelo
Bolonia para detener el proceso de destrucción de la ciudad que
habían iniciado entre Rodrigo Medina y Rafael Arévalo.
Esos profesionales vinculados a la Escuela de Arquitectura
que han visitado al alcalde hacen muy bien pensando lo que
piensan. Están en la edad. Y ahítos de proyectos en la ciudad
de la carencia de suelo edificable. Dicen en favor de sus tesis
que eso de la "sevillanía" arquitectónica es de ayer
por la mañana, un invento que, tirando muy largo, es del siglo
XIX. Cierto. La sevillanía arquitectónica la inventaron los
clientes de Aníbal González, que le pedían una casa
sevillana. Fue cuando Aníbal González empezó a ganar dinero,
porque cuando era joven estuvo por el Modernismo de la plaza de
San Agustín y de la botica de la calle Orfila y cuentan que
estaba tan tieso como un joven arquitecto de ahora. Aníbal se
adecuó al mercado y luego el mercado pidió las cosas
sevillanitas de las casas de Aníbal.
Pero de aquí a renegar de la sevillanía, como hacen estos
arquitectos como es su obligación, va no un trecho, sino una
negación de la realidad. La desgracia es que la sevillanía
puede que para la Arquitectura y el Urbanismo sea una traba, no
lo niego. Pero para la economía de la ciudad es su principal
fuente de ingresos. Sevilla, que fue ciudad agraria donde se
producían y vendían los productos del campo y luego ciudad
industrial del Astillero, la Hispano Aviación, ISA y
Construcciones Aeronáuticas, es ahora la capital de la
sevillanía. Sevilla vive de la sevillanía, de vender la imagen
turística de Sevilla al mundo. Si nos atuviéramos a la
realidad de los ingresos por turismo, no solamente tendríamos
que aceptar la tesis de la sevillanía, sino que vestirnos todos
de Don Juan, de Fígaro, de Carmen la Cigarrera para no
decepcionar a los que vienen porque han comprado un paquete de
tres días y dos noches de sevillanía, billete incluido.
Cuando dentro de este modelo económico se intenta otra
salida, fracasa. ¿Por qué fracasó Isla Mágica? Porque no
vendía sevillanía. ¿Cuántos hoteles con mayor o menor
encanto y cuántos bares y restaurantes han abierto desde el
fracaso estrepitoso de Isla Mágica? A manojitos. Manojitos de
sevillanía. Málaga no vive de las malagueñerías ni Granada
de las granaderìas, pero Sevilla sí vive de la industria de la
sevillanía. Y por contradictorio que parezca, la realidad es
que oponerse a ella es cerrar el paso al progreso. Por
desgracia, esto es lo que hay.
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Biografía de Antonio Burgos
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