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En
los asuntos cibernéticos del correo electrónico le llaman, en
inglés, "spam". Lo traducen como "correo
basura". Cienes y cienes de mensajes
publicitarios de toda laya y jaez, de toda calaña y pelaje, que
te entran por el programa Outlook Express o Fedora como los
embarazos no deseados, sin que tú los quieras, y contra los que
no hay píldora del día siguiente. Mensajes que te ofrecen
hacerte rico en dos días, para que piques y seas tú el que
hagas rico podrido al listo de turno. Toda suerte de timos de la
estampita, del tocomocho y del nazareno, en versión digital.
Hasta roban los piratas las listas de correos de las empresas de
conexión a Internet, para poder buzonear electrónicamente la
propaganda, como cuando llaman al portero electrónico de los
pisos para que les abramos y siempre dicen lo mismo:
-- ¡Publicidad!
Igual que los repartidores de publicidad de los hipermercados
hacen como las muñecas de Famosa, que se dirigen al portar
buscando los buzones para dejar los folletos de anuncio, los
reclamos no deseados te entran hasta en el teléfono móvil.
Estás en cualquier sitio y, pi, pi, pi, el pitito de que tienes
mensaje que pega el pildorazo. Te crees que te avisan de algo
importante, y cuando le das a la tecla, te sale: "Disfrute
ahora la ventaja de mandar mensajes tirados de barato".
Traspasar una frontera con un teléfono móvil es tener la
seguridad de que la pantalla se te va a llenar de mensajes no
deseados: los que te envían cada una de las operadoras para que
hagas el "roaming" allí. Basta pasar de Ayamonte
hasta Villarreal de San Antonio para que recibas toda la
publicidad de las telefónicas portuguesas con certeza.
Y ahora, el teléfono basura, o sea, la propaganda por
teléfono. Sí, ya sé que de algo hay que comer, y que las
muchachas encuentran unos preciosos primeros empleos como
operadoras de estas agencias de propaganda telefónica. Pero dan
una tabarra... Ayer por la mañana estaba esperando
impacientemente una llamada importante, cuando sonó el
teléfono. ¿Y saben quién era? Pues la niña del Centro de
Inglés Hapening, que, vamos, en casa es ya como de la familia.
Pariente lejano hay que llama menos que la niña del Centro de
Inglés Hapening:
-- Hola, buenos días, soy Antonia, del Centro de Inglés
Hapening...
-- No, por favor, otra vez el Centro de Inglés Hapening...
-- gritamos como al que lo están torturando...
Y quien dice el curso de inglés dice la empresa de
papelería que llama indiscriminadamente a todo negocio que
venga en las páginas amarillas:
-- ¿Puedo hablar con el jefe de compras de material de
escritorio?
-- Esta es una casa decente, señorita, aquí no hay ningún
jefe de compras de material de escritorio...
En las secciones de Internet de los periódicos solemos leer
de la puesta en marcha de campañas y de programas contra el
correo basura. Yo estoy deseando leer una noticia que diga que
alguien ha puesto en marcha una campaña de liberación del
teléfono basura, de los anuncios indiscriminados por teléfono.
-- ¿Y los que te llaman diciendo que es para una encuesta,
que si quieres contestar, y acaban vendiéndote...?
El autobús de Coria. Eso es lo que siempre quieren vendernos
por el teléfono basura, el autobús de Coria. Y hay quien se ha
comprado ya media docena de autobuses de Coria.
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