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No
hay mal que por bien no venga. Lo digo por lo del chapapote. La
tragedia gallega, en la que de verdad hemos visto a cien mil
gallegos llorando por la carretera, nos ha demostrado que
Andalucía es quizá la tierra más generosa y desprendida que
existe en las Españas. Yo no sé si a usted le habrá pasado lo
mismo que a mi, pero en estos días de reportajes una mijita
tópicos sobre las doce uvas y las campanadas del año nuevo al
lado del fuel, vez que entrevistaban por una televisión o por
una radio a voluntario vestido de la guerra de las galaxias
recogiendo materia, era vez que se oía hablar andaluz.
¿Cuántos chavales andaluces están ahora mismo en Galicia,
empleado las vacaciones en bienes intangibles como los de la
solidaridad? A ojo de bien cubero, estoy por decir que el
porcentaje de muchachos andaluces entre los voluntarios es muy
superior a lo que representa la población andaluza sobre el
total de la española. Desde esa Agencia Andaluza del
Voluntariado que han creado en la metástasis burocrática de la
Junta, deberían ofrecer el dato, para que nos conociéramos
mejor, y pudiéramos decir que no es botellona y litrona todo lo
que reluce entre los andaluces más jóvenes.
Y como no hay mal que por bien
no venga, también ha tenido de bueno la catástrofe gallega,
contemplada desde la Andalucía de las estaciones de invierno,
lo de Baqueira Beret. Ha tenido que ocurrir la mayor catástrofe
ecológica que vieron los siglos para que las más altas
instancias del Estado, guardándole hogaño el luto a Galicia,
no se hayan ido en las vacaciones de Navidad, Nochevieja y Reyes
a hacerle la propaganda a la estación invernal catalanísima de
Baqueira Beret, ignorando
una vez y otra que Sierra Nevada tampoco está mal. Que yo
sepa, con lo que le gustan a este Rey unos esquíes, nunca ha
venido a la nieve de Granada. Solamente recuerdo una vez que fue
por allí el Príncipe de Asturias, aunque me imagino que sería
por equivocación... o porque no había suficiente espesor de
nieve en el Pirineo catalán. Y quien dice la Familia Real dice
el presidente del Gobierno. Aznar, que es corredor de fondo a
todos los efectos, incluida su afición a la nieve, no sabe que
podría hacer lo suyo una vez perfectamente en las pistas de
Monachil, y así le daría un poquito de propaganda a esta
Andalucía del turismo invernal. Pero, nada, no hay forma de
sacarlos de ahí. A efectos de vacaciones oficiales de la
Familia Real y del Gobierno, parece que en Andalucía no
estuvieran ni el Mulhacén ni el Veleta, ni que en la Costa del
Sol o en la Costa de la Luz hubiera playa. Quien dice lo del Rey
o Aznar esquiando dice lo de los mismos en vacaciones. Nada, en
España parece que no haya más playas que las mallorquinas, ni
más mares que navegar que el balear. El "Fortuna" no
ha recalado ni una sola vez no digo ya en Puerto Banús, ni en
Puerto Sherry ni en ninguna de las siete mil marinas que la
iniciativa privada ha creado a lo largo de las costas andaluzas,
creando riqueza para ese Reino de España cuya Corona ostenta un
Rey muy marinero, pero que tiene en su barco una brújula que
nunca señala al Sur, sino a las tierras donde hablen la lengua
catalana o uno de sus dialectos.
Por lo menos así ha tenido
despejado el panorama el anuncio turístico de Andalucía que
fue emitido de los primeritos tras las campanadas en la primera
cadena de TVE. Ese "spot" madrugador de 2003 no ha
tenido que competir con la publicidad gratuita que otros años
le han hecho a Baqueira Beret desde los telediarios el Rey,
Aznar, los ministros, los diputados, convertidos todos en
hombres-anuncio de las excelencias invernales de la estación de
Baqueira, como en el verano son hombres-anuncio de las
maravillosas calas mallorquinas, y a Marbella, a Salobreña, a
Punta Umbría y al Puerto de Santa María que les vayan dando.
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