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No
sé si recordarán aquello del "Tireless" en Gibraltar,
aquel submarino nuclear tan jartible, que eso quería decir su
nombre traducido al gaditano de la Bahía, jartible, que era un
jartible y que hizo jartibles hasta a los más moderados, pues
de la Junta al Gobierno central, todo el mundo interpeló y
peló la pava de las discordias con Londres y con el baranda del
Peñón a costa de los riesgos del navío que se va el tío.
Hago recordar todo esto tras el lance de ayer en aguas de la
Bahía de Algeciras, cuando tres pateras neumáticas
(traducción al gaditano de "zodiac") del barco de
Greenpeace abordaron al petrolero monocasco "Vernamagna"
frente al Peñón de Gibraltar, para denunciar el riesgo que
supone que aquellas aguas sean como una estación de servicio
pirata de estos barcos que se dedican a transportar chapapotes
varios con menos papeles que una liebre, y con menos permisos
que un senegalés dedicado a la venta de discos piratas.
El barco de Greenpeace, que se llama "Esperanza",
llegó ayer a aguas de Algeciras, pero podía estar allí
siempre. Como el que oye llover venimos escuchando desde lo del
"Prestige" que barcos de esa naturaleza y con esos
cargamentos, esos navieros, esos responsables de los fletes y
esos capitanes aventureros están a manojitos frente al Peñón
todos los días, como si fueran la gasolinera de los vales
baratos de Carrefour, dispuestos a echar 5.000 pesetas de fuel
de los veinte duros a todo barco que se acerque.
Lo que me extraña de todo esto es que tengan que venir unos
señores de fuera, como los del Greenpeace, a sacarnos las
castañas del fuego, o por lo menos a dejar la dignidad en su
sitio. No hablo ya de la dignidad española, pues si la Bahía
de Algeciras les coge muy lejos a los políticos de Madrid a
efectos de las autopistas a la Costa del Sol, ya me contarán a
efectos de las aguas jurisdiccionales. Hablo de la dignidad
andaluza. Aquí deberíamos haber sustituido el viejo grito
patriotero de "Gibraltar español" por la tesis
autonómica, europea y democrática de "Gibraltar
andaluz". Pero mientras que lo sea o no lo sea, o español
o andaluz, quien tiene que sufrir todo lo negativo de Gibraltar
no es España en general, sino Andalucía en particular. De
aquel inmenso centro de distribución de droga quien sufre los
efectos de un modo más cercano es Andalucía. Como Andalucía
sufre que Gibraltar sea una inmensa lavadora de dinero negro, o
un paraíso fiscal, donde curiosamente hay tantas sociedades
radicadas allí como habitantes, que los llanitos caben a una
empresa instrumental por barba. Y nada digo de lo que sufre
Andalucía por la permanencia en sus aguas y en sus tierras de
un Peñón que parece que tiene hincada en todo lo alto una
bandera pirata, como la foto de los americanos en Iwo Jima, pero
con dos tibias y una calavera. Gracias a un milagro de la Virgen
de Africa, Patrona del Estrecho, no ocurrió en Gibraltar o
frente a Sotogrande lo del "Prestige". Aunque la
Virgen dirá que no la hagan echar horas extraordinarias, porque
la inmensa gasolinera pirata y flotante del Peón en una diaria
y continua tentación del diablo.
La otra tarde, en la
Caleta
gaditana, con unos amigos
enamorados también de sus puestas de sol, contemplando las
piedras (preciosas) en la marea vacía les dije:
--¿Os imagináis qué sería de nuestra Caleta si viniera de
golpe aquí el chapapote?
Uno de los caminantes de la escollera con viento de fuerza 4
me dijo:
-- Pues no lo digas muy fuerte y toca madera de la puerta de
la caseta de las mareas, porque de Gibraltar están todos los
días entrando y saliendo petroleros que van hasta la corcha de
chapapote y con menos casco que un tetrabrick de leche
Pascual...
Bueno, pues a pesar de todos estos pesares, aquellos
destemplados gritos de cuando el "Tireless" son ahora
el silencio andaluz ante los petroleros piratas del Peñón, que
es como tener que sufrir un "Tireless" cada día...
Fotos de La Caleta y del Castillo de San Sebastián
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