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Empezaron
con una letrita así de chica, aviso minúsculo que ponía:
"Fumar perjudica a la salud". Luego aumentaron la
letra y cargaron la mala suerte en el parte facultativo, como
suelen los cirujanos taurinos para que digan que son muy buenos
cuando el diestro del cornalón está en los ruedos a los quince
días: "Fumar perjudica gravemente a la salud".
Conforme iba marcando la Pasarela Sin Humos de Estados Unidos,
los letreros de los paquetes de tabaco fueron aumentando de
tamaño, según moda. Del tabaco fresco y recién importado de
los Estados Unidos con vaquero de Marlboro incluido, pasamos a
la moda antitabaco, en la que por casualidad no nos inventamos
aquí la figura del Cirujano General del Reino. En el servilismo
ante el Imperio hubiera sido perfecto: "El Cirujano General
del Reino ha determinado que fumar no es un placer, diga lo que
diga Sarita".
Con fervor de neoconversos,
estamos llegando mucho más lejos que Estados Unidos en la moda
antitabaco. Altadis, ella de soltera Tabacalera, ha rebajado sus
cajetillas. Por el precio de un paquete de Ducados te compras
también una esquela mortuoria del modelo 5, de las de
"excelentísimo señor", donde pone así de grande:
"Fumar puede matar". El tabaco que empezó por la
elegancia social del humo cuando estaba en la boca perfecta de
Katharine Hepburn o en los labios de Humphrey Bogart, devino
luego en perjudicial y ya va por asesino. Con un poco de suerte,
no será inmediatamente declarado fuera de la ley. Por el
momento. Llegará el día en que salgas del estanco con tu
paquete y te detenga directamente la Policía.
Ojalá en los Estados Unidos,
como han dictado la Ley Apagada, vuelvan pronto a la Ley Seca y
los imitemos también con esta fidelidad. Admito que el tabaco
mata. Perfectas las esquelas de Altadis. Pero quien se mata
fumando lo hace en vicio solitario, y no se lleva a nadie por
delante. En cambio, ni en las botellas de güisqui ni en las de
ginebra viene lo que debería poner: "El alcohol
asesina". Aparte de hacerse el hígado fosfatina, el
borracho es un peligro social, mientras que el fumador no se
hace daño más que a sí mismo. El borracho coge el coche, se
salta la mediana y mata a tres señores abstemios y sobrios que
venían en dirección contraria. El borracho coge la pistola y
se carga a la mujer que maltrataba. El borracho saca la navaja y
se la clava en el corazón a otro niñato en la botellona.
Según dijeron la otra noche por Radio Nacional, el asesino del
naipe no se cargó a sus víctimas tras fumarse dos paquetes de
tabaco, sino de ponerse hasta la corcha de calimocho, de cerveza
y de coñac. Muchos crímenes y accidentes mortales de
circulación tienen certificado de denominación de origen: ora
Rioja, ora Escocia, ora Jerez.
Ir contra el alcohol, ay, no es
aún una moda impuesta desde los Estados Unidos. Estamos creando
generaciones enteras de españoles que odian al tabaco... con el
hígado hecho mixto. Sin llegar a lo del tío de la baraja, son
los habituales borrachos asesinos del volante cada fin de
semana.
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